Entre más me interno en los misterios de la fe, más claridad le da la luz al camino por el cual he de seguir, pero, en ocasiones me resisto a caminar solo, porque la naturaleza humana nos convoca a vivir en sociedad y una vez en comunión, con la misma invitación de mi Señor, dejar debo primero de ser egoísta y también el miedo que me paraliza.
Aunque he recibido suficientes pruebas del poder de Dios, sigo titubeando sobre la toma de mis decisiones, porque antes de dañar a mi prójimo, prefiero sacrificar la oportunidad de ir caminando solo hacia el encuentro con Jesucristo.
Siempre estuve en la idea de que era un instrumento de Señor para allanar el camino de otros a la salvación, ahora sé, que todo lo que me ha ocurrido y me habrá de ocurrir, ha sido planeado por el Creador para poner a salvo mi espíritu.
Y si todo lo que pienso y siento, se traduce en conducta, y resulta ser producto de mis anhelos de llegar a agradar a Dios para lograr el consuelo de mi salvación ¿será acaso entonces que me mueve más el miedo que la devoción, y por ello resulta que mis esfuerzos, son también la ocasión de mis futuros pecados de omisión?
Que si miento o no, no está en discusión, porque más que engaño, ofrezco para aquél que así lo decida, me acompañe en el camino ¿Acaso no dijo Jesús que cuando más de uno se reúne en oración, Él sin ninguna duda también se encuentra entre nosotros?
El que ilumina su camino con la luz de la fe para alcanzar la salvación, sin duda va dejando una estela para que otros sigan la huella, y no se pierdan en lo desconocido.
Sabiduría mi Señor te pido, pero no sólo para mí, dásela también a aquellos cuya fe se encuentra quebrantada, al sentir que no acudiste con prontitud para salvarlo de la desgracia, hazle saber, así como a mí, que esa lucha desesperada no es contigo, sino por estar alejado de ti cuando más te necesitaba.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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