“¿Qué necesita el hombre andar inquiriendo cosas superiores a su capacidad, cuando ignora lo que le es conducente durante su vida, en el corto número de días de su peregrinación, y en el tiempo de ella, que pasa como sombra? ¿Ni quién podrá descubrirle lo que ha de suceder después de él debajo del sol? (Eclesiastés 7:1)

¿Por qué esa inquietud? ¿Por qué esa incertidumbre? ¿Acaso la vida no se rige por la voluntad de Dios? Entonces vive y deja de preocuparte si la mirada del mundo te hace ver como grano de arena; aleja la inquietud y la incertidumbre de tu mente, y deja que tu espíritu te de la calma y la paz que tanto anhelas, porque llenar tu pensamiento de frustración, podría ser muestra de ingratitud con el Señor, piensa mejor en lo bendecido que has sido, por más mínimo detalle que te hace diferente a los demás, si este no se traduce en bondad, se traduce en resentimiento y este sentimiento, marchita el florecimiento de las virtudes.

Por qué desear y quedar cautivo de las cosas del mundo, aquellas por las que muchos discuten y pelean, las mismas que generan destrucción y muerte, deja mejor que otros envidien la fortaleza que te ha acompañado desde tu nacimiento, porque el Señor, nuestro Dios te ha mirado, te ha tocado y te ha hecho bienaventurado, porque no perteneces al mundo, por eso la sensación de aislamiento, por eso la persecución y los deseos de otros de superar tus virtudes.

Descansa en la complacencia del Señor y sigue los pasos de Jesucristo, que el camino que has escogido te merecerá la vida eterna.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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