Estando en soledad con mis pensamientos más angustiantes, en aquel silencio tan profundo que me permitía escuchar únicamente los latidos de mi corazón, intentaba llegar a dilucidar una duda moral que me aquejaba; y mientras yo me lamentaba por ser tan débil e imperfecto, el Señor, mi Dios, a su manera, insistía en que me aceptara tal y como soy, mientras yo vivía aferrado a tratar de seguir sus pasos sin tropezar, pero fracasaba una y otra vez, y ante tal sufrimiento le oí decir: No hay nada que yo no pueda transformar en bondad, pero, es menester que en el proceso de la conversión, se reconcilien tu naturaleza humana con la divina, porque vives un desacuerdo entre estas dos entidades, mas, no debes de sentirte culpable por ello, porque para purificarte, debes primero seguir caminando por el camino de los tropiezos. Caer duele cuando se tiene conciencia moral, porque se conocen los motivos de la falta, y pudiendo evitarlos, se deja a la materia resolver, por estar más pronta y dispuesta, mas, la conciencia seguirá reclamando el proceder, lo que resulta en culpa, y la culpa, se transforma en pena, y de persistir ella, se vuelve una condena larga por cumplir.
Tus palabras me reconfortan Señor, y entiendo con ello, sin querer justificar mi proceder, que mientras me encuentre aferrado a los bienes de la tierra, no podré disfrutar los del cielo, y si ha de ser esto un proceso largo hasta llegar a madurar espiritualmente, me consuela el hecho, de que tú, mi Dios y salvador, sabedor y hacedor de todo cuanto ocurre, no me condenas, por el contrario, me das una y mil oportunidades para resolver la duda moral que me aqueja. Entiendo también de tu infinita sabiduría, el hecho de no especular sobre aquello que aumenta mi remordimiento y carga, pues igual han de padecer aquellos que ven la paja en mi ojo, más, no pueden ver la viga que llevan en el suyo.
Se puede ser muy piadoso y en el intento perder la cordura, cuando no se comprende y se condena a la ligera al prójimo, recordar debemos que Jesús no viene por los justos, sino por los pecadores, y yo soy un pecador, soy una oveja perdida, pero una oveja que escucha la voz del Buen Pastor, porque él conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocemos a él.
Vea cada quien lo que hay en su interior y pregúntense si lo que hay ahí es amor o sólo hay resentimiento por no poder lograr que los demás nos entiendan y sean como nosotros, cuando nuestro proceder podría estar equivocado al pensar que obramos de acuerdo a lo que Dios quiere, cuando lo que el Señor desea es que seamos felices y nos aceptemos como somos, sin dejar de buscar la perfección en humildad y misericordia para con nosotros mismos y los demás.
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