“Cuando, empero, venga el Espíritu de verdad, él os enseñará todas las verdades necesarias para la salvación; pues no hablará de suyo, sino que dirá todas las cosas que habrá oído, y os prenunciará las venideras. El me glorificará: porque recibirá de lo mío, y os lo anunciará” (Jn 16:13-14).

Qué mundo tan convulso, reina en él la incertidumbre y el abandono, la fe parece tambalearse ante el miedo y la falta de confianza; el Señor nos advierte que no hay hombre bueno, porque bueno es sólo Dios, sólo él conoce los corazones, porque no le bastan las buenas intenciones, para señalar a aquellos que se hacen pasar por buenos ante los ojos de los hombres. El Señor ha enviado al Espíritu Santo para darnos a conocer la verdad o las verdades necesarias, para saber cuál es el camino de la salvación, confiemos en Dios y en su Espíritu, pero mantengamos las lámparas encendidas, para tener claridad de pensamiento y de juicio; no todo lo que brilla es oro, ni bueno cuando la mentira acompaña al engaño.

¿Qué hombre no es movido por la ambición, cuando tiene un vacío en su alma? ¿Qué ambición no oculta un propósito? ¿Qué acaso lo oculto no guarda un secreto? ¿Qué secreto escondido puede ser bueno si no se puede conocer? ¿Qué corazón resentido puede traer paz? Todos somos imperfectos, pero al caminar, vamos dejando huellas de nuestras acciones, las huellas que deja la bondad permanecen, porque son profundas, porque son perfectas, las huellas de la mezquindad son superficiales e irregulares, pero igual permanecen.

Qué el Espíritu Santo nos acompañe en nuestros momentos de incertidumbre, cuando el temor amenace con paralizarnos y nuestra conciencia necesite de su luz para ver la verdad.

Dios bendiga a nuestra familia, nos proteja de todo mal, nos bendiga con salud, paz, estabilidad y armonía. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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