“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8:32).
¿Cuál es tu verdad? ¿Estará ésta, muy alejada del Evangelio de Cristo? Nadie puede fingir que no sabe lo que está pasando en su vida, sólo aquel que carece de conciencia, podría argumentar tal cosa. Incluso, un niño recién nacido que carece de lenguaje verbal sabe cómo atraer a su madre para que ésta lo atienda cuando se presentan sus necesidades, cuánto más el hombre que tiene sobrada lengua y conciencia de sus actos, pero en muchas ocasiones prefiere quedarse callado hablando con su mente, buscando respuestas en sí mismo y no encontrándolas, resistiéndose a hablar con su Señor y salvador, de ahí que su actuar sea tan errático.
Es hombre necio, aquél que por no detenerse a sacar la piedra de su zapato, prefiere seguir caminando con dolor, hasta que el daño de su pie sea tanto, que tenga que permanecer por siempre postrado.
Es ciego espiritualmente, el hombre que no quiere ver que su proceder es errático y se justifica a sí mismo, aceptando que toma el mal camino porque fue forzado por las circunstancias.
Es sordo espiritualmente, el hombre que no quiere escuchar la Palabra de quien conoce su corazón y sabe lo que necesita para ser salvo.
¿Cuál es tu verdad? La que construyes de acuerdo a tus necesidades o la que proviene del Creador de todas las cosas, y desea para ti una vida nueva.
Habrá quién quiera permanecer en la oscuridad, sabiendo que la luz divina que emana de Jesucristo podría iluminarlo, porque él es el camino, la verdad y la vida.
Señor, ten misericordia de todos nosotros, envía al Espíritu Santo para enriquecer nuestra vida con su sabiduría, para conocer la verdad y ser libres.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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