“En Él hallará nuestro corazón su alegría, y en su santo Nombre tenemos puesta la esperanza. Venga, ¡oh Señor!, tu misericordia sobre nosotros, conforme esperamos de ti.” (Salmos 32:21-22).

Ni una sola hoja de un árbol se mueve sin la voluntad de Dios, así es nuestra convicción, y nuestra fe nos respalda. No se canse mi corazón de pedir misericordia, por mí y por nuestro pueblo, porque todos necesitamos de la ayuda de nuestro Señor para salir de la oscuridad en la que nos encontramos; y si ya se ve una luz en el largo camino que estamos recorriendo, agradecidos estamos con Él por tocar la inteligencia de los estudiosos, para la generación de soluciones, y vele para que no se distorsione la verdad, mas, sabemos que no todo se resolverá como nos gustaría que así fuera, si no experimentamos una sincera conversión, para allegarnos el perdón y con él la gracia de Dios.

Desventura e infortunio les espera a quienes pretenden engañar o engañan al prójimo, porque todo lo que se esconde bajo la sombra de la falsedad y la hipocresía, será puesto al descubierto; para Dios no hay nada más importante que la vida y la salvación de las almas.

“Id, pues, a aprender lo que significa: Mas estimo la misericordia que el sacrificio; porque los pecadores son, y no los justos, a quienes he venido yo a llamar a penitencia” (Mt 9:13).
Sigamos en oración, para que todo lo dispuesto para el bienestar, se refleje en la salud de la comunidad.

Dios bendiga a todos nuestros agentes de salud, los proteja con su Manto Sagrado y les siga dispensando su infinito amor, para fortalecer sus defensas en contra del enemigo.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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