No me vencerá el cansancio ni el hastío, no me vencerá el quebranto al que estamos sometidos, no me afianzaré al pasado, porque tu palabra mi Señor se renueva todos los días y me pides la traiga de regreso; hoy me pides que despierte de ese letargo tan pesado, hoy me pides, que le haga saber a mi prójimo que tú eres vida, que tú eres alegría, que estas aquí.

Rescátanos Padre de la tristeza y la melancolía, libéranos de las cadenas infames que forjamos por desconocer la verdad y rechazar tu sabiduría; líbranos del mal que nos ha hecho sentir culpables toda la vida, manteniéndonos atados al temor generado por lo desconocido, porque mucho nos falta por conocer de ti, porque tú no nos impones límites para avanzar en el conocimiento que nos obsequiaste, porque tú quieres la felicidad para la vida que en la tierra creaste.

Líbranos pues, Señor, de todo mal, del mal que generamos nosotros mismos por nuestro egoísmo e hipocresía; perdona nuestra ambición y la osadía de ofenderte, cuando a voluntad nos alejamos de ti, pensando que sin tu ayuda podemos vencer al enemigo.

Señor, tuyo es el poder y la gloria, lo nuestro, lo nuestro es sólo parte de la historia del libro universal que escribiste, somos un capítulo de la creación infinita, en un planeta al que llamaste el paraíso tierra, y confiado nos diste vida para poblarla, esperando que nosotros fuéramos sembrando en su suelo, la semilla del amor con la que nos concebiste.

Padre, me mantendré de pie, aferrándome a la fe hasta que pase la tormenta, y cuando las aguas se vuelvan tranquilas, navegaré de nuevo en el mar de tu paz, agradecido por tu misericordia, sintiéndome bendecido por tu amor, alegre de corazón, así como lo has dejado sentir y lo has escrito para siempre en mi memoria.

Dios bendiga a nuestra familia, nos libre de todo mal. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

enfoque_sbc@hotmail.com