“Levantáronse sus hijos, y aclamaronla dichosísima; su marido también, y la alabó diciendo: Muchas son las hijas o esposas que han allegado riquezas; más a todas has tú aventajado “(Proverbios 31:28-29).

Dejar de sentir, no puedo, dejar de amarte me es imposible, y hoy que pareciera que estoy vagando por el desierto de todos mis miedos, siento que
mi pisada es firme, porque tú me diste la seguridad de caminar, sabiendo que por más oscuridad que pudiera encontrar a mi paso, tu amor de madre me ha de iluminar toda mi vida; pero ¿acaso yo ilumino la tuya? cuando por años te robé parte de tu vida, tratando de afianzarme en cada una de mis caídas, a cada una de las heridas que sufriste por mi causa, cuando trataba de que mi corazón latiera sin depender del tuyo; pero no me he ido a ninguna parte, sigo aquí regresándote parte de lo que tú me diste, y aunque te parezca triste el hecho de no verme con frecuencia, te pido madre mía, no me busques en el denso espacio externo, búscame allá muy dentro, búscame en tu amado corazón, y sigue amándome en silencio.

Como tú ninguna, y no necesito que lo sepa nadie, porque así como sólo hay un Dios, hay una sola madre, así como amo a Dios, te amo a ti, te amo desde que no era más que un deseo en tu cabeza, cuando sentiste que vendría y me hablabas para mantenerme despierto, para que pudiera aprender todas las lecciones, para encontrar el camino que me llevara a conocer a Jesús, porque igual que él querías que me salvara, sin importar que por mi insensatez pudiera causarte las heridas que yo debería de recibir.

Dios siga bendiciendo a mi madre con salud y vida y bendiga a todas las Madres, que desearían estar en estos momentos con sus hijos para celebrar su día.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

enfoque_sbc@hotmail.com