“Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio! Dame un espíritu nuevo y fiel. No me apartes de tu presencia ni me quites tu santo espíritu. Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación, sostenme con tu espíritu generoso” (Salmo 51:10:12)
Es tiempo de renovación y el viejo espíritu se revela a dejar de ser fiel a los principios del Padre, mucho queda del pasado que ensombrece el camino del día, de la luz, de la claridad; a dónde iré sin ti Espíritu Santo, a dónde, cuando en mi nadie confía.
Señor ten misericordia, porque no he conocido todavía a plenitud al ser bondadoso que creaste en mí, un día en que la luna iluminara la cuna en la que habría de nacer. Inocente fui a los ojos de mi madre aquel día que con su amor floreciente sembró en mí la semilla de la alegría de vivir y de conocer el mundo para apreciar lo magno de tu obra. Inocente fui hasta que conocí el egoísmo, que creció junto al amor como la cizaña que trató de arrebatarle el esplendor al huerto del Sembrador; no has permitido que el cegador me corte la raíz del amor con el que me sembraste, porque solo Tú conoces mi verdadera vocación y no me rechazas.
Es tiempo de renovación, ¡Oh Jesús! tú llegaste para quedarte con nosotros, para velar por nuestra salvación, nunca pierdas la paciencia por nuestra necedad manifiesta, fortalece nuestra sinceras intensiones para cambiar para bien, para seguirte día a día y cumplir con tu santa voluntad.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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