El cielo se nubla, la luz enrarece y el ánimo empieza a decaer involuntariamente, un sentimiento de tristeza nos conduce al recogimiento espiritual, a la reflexión, mas, el corazón nos alerta y nos invita a despertar, a no abandonarnos en la desesperanza.
Con la mirada fija al cielo, busco entre lo gris la señal de que estás ahí, tal vez, contemplando cómo nuestra fe parece evaporarse ante las tribulaciones que enfrentamos día a día, sabedor de que muchas de ellas, son obra de nuestras manos.
Compadécete de nosotros Señor, y perdónanos, porque no sabemos lo que hacemos, vivimos en un mundo inmerso en el materialismo, generando sentimientos mezquinos que van desplazando de nuestro ser, las virtudes que nos haz obsequiado, justificando nuestras faltas, con el argumento de defender nuestros derechos, muchos de los cuales, se sustentan en la violación de los derechos de los demás.
Tú que nos invitas a vivir en armonía, a promover la paz obrando con justicia, a ver en nuestro prójimo un hermano, nos convocas a amarnos los unos a los otros para que tu divina voluntad se cumpla, para que todos podamos alcanzar la salvación, cuando lleguemos al final de nuestro paso por la tierra.
Que se nuble el cielo, pero que no se nuble nuestra razón de ser, que sea nuestra prioridad y consuelo el amar, y que el amor que nos obsequias, mi Señor, sea la luz que ilumine nuestro cielo, y la esperanza de que en nuestras vidas no habrá más oscuridad.
“En verdad, en verdad os digo, que quien escucha mi palabra, y cree a aquel que me ha enviado, tiene la vida eterna, y no incurre en sentencia de condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida” (Jn 5:24)
Que nuestro señor Jesucristo ilumine nuestro camino con su Palabra, fortalezca nuestra fe y nos mantenga siempre alertas para no ceder a la tentación de complacencia con el mal que nos acecha.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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