El hombre habrá de equivocarse más veces, mientras más necio sea; Dios siempre lo pondrá en el camino correcto, pero el necio buscará torcerlo, pues jamás aceptará que nadie le diga lo que tiene que hacer, mucho menos reconocerá que se equivoca. La sabiduría siempre convoca al que con humildad y amor se conduce, más para aquél que tiene la costumbre de culpar a los demás de su perenne incertidumbre, una pregunta valdría, el tener que pensar que su proceder también tiene mucho que ver con la poca fe que profesa, porque ante cualquier titubeo, cuestiona o pone a discusión la existencia de su Creador, su poder y su grandeza. Acaso podría su errático proceder estar alejado de su voluntad impetuosa, por aquello que se conoce como la enfermedad que disocia, y tenga que padecer por la falta de su desarrollo integral, la necesidad que dejara el no contar con el amor de la mujer que dándole la vida a su ser, lo hiciera sentir la orfandad que ningún niño deseara para él. Comprenderlo debiéramos todos, mas no justificarlo, porque como lo manda la ley del Señor, a Dios debemos amar por sobre todas las cosas.
Difícil entonces puede ser el cultivar una rosa donde la tierra se antoja un desierto con sed, por eso Jesús aconseja beber del manantial de agua viva, porque al hacerlo sanarán todas las heridas, el ciego podrá ver y el sordo escuchar, el paralítico caminar con tan sólo tener fe y por supuesto saber cómo amar.
Señor mío, quita la venda de los ojos a aquél que privilegia más el orgullo que el saberse hijo tuyo y que reine entre nosotros sólo el amor tuyo, porque con él nos haces ver la verdad y la vida, haciendo tu voluntad y no la mía.
Dios bendiga a nuestras familias y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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