“Sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados” (Romanos 1:31)
Los hombres solemos ser necios, Dios nos da la oportunidad de ver en lo sencillo la solución de muchas de nuestras calamidades, pero preferimos ignorar sus enseñanzas y por ello nos damos de topes en la pared por obcecados. Cuando hemos recorrido por un largo tiempo el camino, esperaríamos al menos eludir los obstáculos que con anticipación encontramos para evitar con ello tropezar, pero seguimos permaneciendo ciegos, porque nuestra necedad es grande, tanto, que cambiamos la tranquilidad y la paz de nuestro corazón al iniciar con cualquier pretexto un conflicto; decir no puedo ser de otra forma, nos hace renunciar precisamente a la felicidad que genera el mantener la armonía al conciliar intereses con las demás personas, al permitirnos entender que debemos respetar la forma de pensar de los demás y cuando nos decidimos a llevar una comunicación saludable.
Generalmente se pierde la estabilidad de una buena relación cuando intervienen situaciones que ponen en evidencia nuestra incapacidad para poder controlar las emociones negativas, cuando sentimos contrariedad al no poder mantener el control de algo que consideramos es justo y por ello nos afanamos mucho en defender, sin tomar en cuenta la opinión o el punto de vista de las otras personas en las situaciones que se antojan incómodas y cuando pensamos que no nos favorecen, buscamos afanosamente un desquite a nuestras frustraciones, de hecho, elaboramos una verdad a nuestro gusto para poder utilizarla como base de nuestras tendencias erráticas.
Cuando nuestra necedad nos conduce al conflicto, no sólo ocasiona sufrimiento contra aquellos con los cuales nos desquitamos, sino sufrimos nosotros también, porque en el fondo y ya calmados reconocemos que dejamos de estar en paz por nuestro gusto.
Pidámosle a Dios nos dé sabiduría para ser humildes y demos prioridad a la paz y la armonía en nuestras relaciones, busquemos con ello nuestra propia salud y la salud de nuestro prójimo.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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