Con los años, el trabajo va mermando la energía del cuerpo, mas, es de tomar en cuenta, no dejarte abrumar por el cansancio, sobre todo, cuando estas consciente de que tu quehacer resulta ser importante para ayudar a tu prójimo. Siempre ten una sonrisa en tus labios y con esa alegría reflejada en tu rostro, alaba a Dios por hacerte sentir afortunado entre los que no pueden desempeñar tus tareas, ya sea por discapacidad, ya sea por falta de capacitación profesional.

Si tu cuerpo te pide descansar, escúchalo, podrás tener un espíritu fuerte, pero no te olvides que tu esencia material no sólo tiene la capacidad de poner límites a tus faenas para recuperase del desgaste cotidiano, también tiene una vigencia, misma, que va acompañada por la inevitable vejez.

Escucha el llamado de tu naturaleza, porque de hacerlo, podrás darle mantenimiento oportuno a tu cuerpo, no olvides que el espíritu también se queja cuando se ve afectado por las fisuras o grietas de la estructura que lo contiene.

No te exijas demasiado, sobre todo, cuando estas cumpliendo a cabalidad con lo que te toca realizar en la vida, todo exceso habrá de agotar tu energía, y sin ella podrías enfermar.

Cuando sientas no tener fuerzas para cumplir con todo lo que te propones, entrégale a Jesús tus más pesadas faenas, háblale de tus necesidades y pide venga en tu ayuda, él amorosamente, habrá de cargar con tu cruz y te la entregará más ligera.

Un buen día le pregunté a mi Señor ¿cuál era la cruz más pesada, si aquella que implica un esfuerzo físico inusual y desgastante, o el miedo de sufrir las consecuencias por lo inesperado? Sin duda, dijo, que no hay carga más pesada que el miedo, porque este denota la presencia de una fe débil, porque te hace más vulnerable, y luego continuó diciendo: “Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis el reposo para vuestras almas. Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.” (Mt 11:28-30).

Dios bendiga a nuestra familia, nos dé sabiduría para combatir todo aquello que vulnera nuestra fe. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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