En la Iglesia Católica hoy se celebra  el domingo de Pascua o domingo de Resurrección.

Y sí, ha sido una Semana Santa atípica, por la situación que se está viviendo. Sí se ha celebrado sin pueblo en los templos. Pero esa situación no ha impedido que los signos litúrgicos transmitan el significado de estas celebraciones. Sí, se ha estado lejos físicamente pero cercanos y unidos por la fe en el Señor Jesucristo.

Los oficios litúrgicos se han celebrado y las personas creyentes los han seguido por los medios electrónicos.

Anoche en  la celebración de la Solemne Vigilia Pascual se ha encendido el Cirio Pascual para significar que Jesucristo es la Luz que rompe las tinieblas del pecado.

Y desde anoche, hoy domingo de Resurrección, y por cincuenta días la Iglesia Católica en su Liturgia, apoyándose en los textos de la Biblia va a proclamar: “El Señor  ha resucitado verdaderamente, aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad, aleluya, aleluya”

También anoche se escuchó un himno frente al Cirio Pascual, y una de sus frases dice: “¡Qué noche tan dichosa sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos!” En efecto, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún evangelista los describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente. Menos aún, su esencia más íntima, el paso a otra vida, fue perceptible a los sentidos. Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vació y por la realidad de los encuentros de los apóstoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que trasciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (Jn 14, 22) sino a sus discípulos, “a  los que habían subido con él desde Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo” (Hch 13, 31).

“Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe” (1 Co 15, 14). La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas  las verdades, incluso las más inaccesibles al espíritu humano, encuentran su justificación si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina según lo había prometido. (Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica números 647 y 651).

Contemplando a Jesucristo resucitado en este tiempo de la pandemia, se debe confiar en Él, se le debe pedir que fortalezca a los que ya han sufrido por esta situación, a su familias. A los profesionistas, médicos, enfermeras, enfermeros y todas las personas que han cuidado a las personas afectadas. Y a todos que nos cuide y que nos ayude para que esto pueda pasar pronto.

Que el amor, la paz y la fortaleza del Buen Padre Dios permanezca siempre con ustedes.

Antonio González Sánchez