Llegó a mis manos un libro que además de ser útil y práctico como referencia diaria para cualquier interesado en hablar de política, es decir, de todo lo que rodea la vida del hombre en sociedad, reúne en un solo tomo el pensamiento de filósofos, investigadores, antropólogos, historiadores y muchos más interesados en las aristas de uno de los conceptos más sofisticados de la humanidad: la Justicia. En este caso, de su contracara, la injusticia, pues el nombre de este libro es Diccionario de Injusticias, del doctor Carlos Pereda, y que fue desarrollado en el marco del Proyecto de Investigación Científica Básica SEP-Conacyt “Desafíos de la integración social en las democracias”, editado por Siglo Veintiuno, así como por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Así como para los poetas de todas las épocas y lugares de la Tierra la belleza es una constante fuente de inspiración, búsqueda y frecuentemente desazón, la Justicia lo ha sido siempre para filósofos y políticos. Marco Aurelio (161-180), Emperador Romano, el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, y considerado una de las figuras más representativas del estoicismo, dedico gran parte de su pensamiento a esa idea tan escurridiza y que sin embargo intuitivamente todo ser humano aún desde niño anhela: la Justicia. Su ideal personal, como hombre, como Emperador y como estoico, es el amor incesante por la justicia. Para Platón, antes de Cristo, y para el cristianismo posterior, la justicia es igualmente el fin último que sólo habrá de alcanzarse mediante las virtudes cardinales: la prudencia, la fortaleza y la templanza.

Pero permanece la pregunta tortuosa: ¿qué es la justicia? Los hombres han dado tantas respuestas que llenan libros enteros, dar a cada cual lo que le corresponde, tratar a los iguales como iguales, actuar en apego a la Ley, y muchas más.

Afortunadamente, podemos tener una aproximación, que, si bien no nos da la respuesta única y anhelada, nos acerca a conocerla por sus ausencias. El libro que recomiendo es un recorrido por el análisis del abuso de poder, la alienación, la corrupción, el despotismo, la discriminación, la esclavitud, la eugenesia, el exilio, el feminicidio, el fraude electoral, la guerra civil, el hambre, la impunidad, el maltrato infantil, el oligopolio, la opresión, la pobreza, el racismo, la tiranía, la trata, la usura y la xenofobia, entre más de 100 conceptos que son y percibimos como injusticias. Todo de la mano de casi 200 pensadores cuya obra ha sido seleccionada por una impecable coordinación editorial.

El doctor Pereda señala que el territorio de la injusticia precisa un mapa para recorrerse: apoyos para orientarse, para no perderse, pues tanto políticos como abogados, que crean las leyes y se apoyan en ellas para defender causas requieren una guía conceptual, aun cuando como el mismo dice, no habrá de ser uno solo, sino varios:

El primero, en un mapa vertical de las injusticias, estarán las injusticias morales, legales, políticas, culturales, sexuales, económicas, epistémicas, que se clasifican en tres tipos: injusticias singulares, institucionales y estructurales. Las singulares varían en grado y son pequeños o grandes sucesos en los que se abusa de las personas incluso llevándolas a la muerte. Las institucionales frecuentemente son trasgresiones de la ley o perversiones políticas o económicas en las cuales hay omisiones ante las violaciones, ante las injusticias singulares y se forma un círculo vicioso que las promueve. Una institución es omisa ante una injusticia singular, cobra fuerza y se articulan narrativas que las amplifican.  Las injusticias estructurales son a menudo políticas y económicas, que pervierten y se retroalimentan. Están presentes por doquier, en la vida cotidiana y también en los sistemas económicos.

Por otra parte, el doctor Pereda nos presenta el mapa horizontal de materiales que producen injusticias. Nos dice que, así como en el mapa vertical la atención se centra en las injusticias singulares, el mapa horizontal son las exclusiones con las que se descalifica e insulta a las personas. Son las fracturas sociales. Algunas de estas fracturas se estabilizan y permanecen porque se basan en la falta de oportunidades que las retroalimenta. Es difícil interrumpir ese marginar efectivo pues a menudo se justifica como un peligro a combatir. Grupos que en la realidad padecen injusticias son vistos como un riesgo, como una amenaza, excluidos de decisiones y descalificados de tal manera que no pueden integrarse a la sociedad.

El uso de ambos mapas generales contribuye a generar prácticas que permiten a políticos, juristas y abogados dedicados a prevenir y resarcir daños construir mapas particulares en torno a situaciones específicas.

Invito a los lectores a recorrer el camino que nos ofrece este libro. No es sin duda placentero enfrentar los males y las depravaciones de nuestra creación, de la lucha por el poder y el sometimiento, pero es un camino necesario y que seguramente dará frutos en todos aquellos que anhelen llegar, así sea en un pequeño gesto o en una trascendente política pública, al mayor de los bienes al que podemos aspirar en nuestro paso efímero por la Tierra: la Justicia.

* La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.