El 4 de enero se celebra en nuestro país el día del periodista, distinto al de la libertad de expresión, que debiera ser inclusive el mismo festejo, o quizá, no un festejo sino un recuerdo a la profesión tan difícil que es y se ha convertido en una de las de mayor riesgo en nuestro país.
Y es que ser periodista se ha desvirtuado enormemente en los últimos tiempos: no se trata de reportar accidentes únicamente, o de pavonearse en ciertos ambientes ufanándose de serlo: ser periodista implica un enorme compromiso con la sociedad, y en ese sentido, quienes hemos abrazado esta noble profesión ent4ndemos -o deberíamos hacerlo- que es el compromiso más importante, ya que de lo que escribamos o digamos se formará el criterio de miles de personas, y podemos ser factor de unión o desunión, de violencia o pacificación.
Así de importante consideramos que es nuestra actividad, aunque hoy en día tenemos muy pocas garantías para desarrollarla, por diversas razones que chocan algunas con los códigos deontológicos, con los principios de la sociedad y con la honorabilidad de algunos. Ser periodista es, sin lugar a dudas, un enorme privilegio.
Y el periodismo se desarrolla en diversas formas y tipos, siendo el informativo quizá el más demandado, aunque haya quienes consideren que las reedes sociales han venido a sustituirlo, lo que nos parece impensable, dado que en las mismas redes se encuentra uno mucha información, pero sin pies ni cabeza, ni estructura informativa o técnica que permita dar a conocer adecuadamente lo que sucede.
Y con la aparición de las redes y otros medios la actividad periodística ha tenido altibajos importantes, a grado tal que periódicos de trascendencia en el mundo han cerrado sus puertas a las ediciones impresas, dejando únicamente las digitales, en un afán de subsistir. Ha cambiado mucho la realidad de las empresas periodísticas: hoy ya no se llevan los recursos de antaño porque hay competencia informativa muy importante, insistimos, a través de redes sociales que, lejos de la técnica deseable, sí dan a conocer algunas cosas que antaño se callaban, y no era por faltar a la verdad, sino por una enorme falta de garantías de seguridad por parte de la autoridad al ejercer tan importante y noble profesión.
En México, decíamos, se celebra el 4 de enero el día del periodista o de los que cariñosamente decimos “la caballería”, y en junio se celebra el día de la libertad de expresión, dedicado más a reuniones oficiales con editores que con periodistas, considerando que en nuestro país hay muchos empresarios que se han metido al negocio del periodismo, a la actividad como algo lucrativo y rentable antes de ser el compromiso social y de información que debiera existir.
Recordamos en esta fecha a los grandes maestros que hicieron de aquellas tardes de aula una delicia en la escuela Carlos Septién García, o de los que han compartido con nosotros sus grandes experiencias profesionales, a grado tal de comprometernos simultáneamente con el manejo de la información como único compromiso con la sociedad, procurando hacerlo de manera eficaz y en forma imparcial, que es un término completamente difícil y hasta cierto punto imposible de seguir según hemos compartido con los alumnos de las diversas materias de periodismo que nos ha tocado la fortuna de impartir en la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Ser imparcial significa no tener partido ni cantearse a uno u otro lado, y el ser humano por naturaleza tiene diferencias y simpatías hacia un extremo de la vida. Lo vemos en la política y el deporte, en la religión y la cultura, haciendo siempre una curva hacia lo que preferimos manejar sobre lo que consideramos, en un afán egoísta, la única verdad.
Es pues el día del periodista, y queremos hacer el reconocimiento a los colegas de todos los medios, con la esperanza de que logremos mejorar profesionalmente, socialmente e intelectualmente, para poner al servicio de una sociedad demandante, un periodismo objetivo y claro, sencillo y honesto, como única arma para el futuro, y que pugnemos porque la autoridad respete nuestra profesión, pero antes, debemos hacerlo nosotros mismos.

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