Un sinnúmero de festejos de mayo, y el penúltimo oficial es precisamente el que corresponde al maestro: el día 15 de mayo se ha consagrado para rendir el homenaje a estos profesionales de la formación de sus iguales en todos los niveles posibles, de acuerdo a sus estudios, vocación y formación profesional.
Y hay mjchos conceptos al respecto, como tantos criterios para calificar a un maestro, que es, en términos adecuados, el que forma, no es el que instruye si 2 mas 2 son cuatro, sino la esencia de esa operación aritmética que seguramente marcará muchos de nuestros estados de vida personales y comunitarios.
Los hay buenos y malos como todo en el mundo: hay maestros que realmente no tienen esa vocación tan necesaria para todas las profesiones, y que muchas veces se elige por herencia, por tradición o por generación.
Recordemos que decían hace años que el mejor negocio que uno podía hacer en Victoria era casarse con una maestra.
Pero no podemos decir esas cosas a quienes conforman un gremio tan importante, pero que ha sido vilipendiado a través de los años, gracias a esos vividores que han tenido como líderes sindicales, y que en la entidad se han hecho millonarios sin que nada ni nadie les ajuste cuentas. Esa no es formación, y lo sabemos: esos bribones no merecen llamarse maestros, porque no podemos consentir que el ejemplo de ellos se diluya en la mente de nuestros hijos.
Es el maestro el que debe coadyuvar con la familia para que tengamos bien cimentados nuestros valores; hay ejemplos claros, y podemos decir, por citar alguna cosa, que seguramente nuestros futbolistas nunca tuvieron buenos maestros, porque nunca les enseñaron que fingir, que engañar es deshonesto, y va contra los valores de la gente y la sociedad.
Tampoco podemos decir que un servidor público haya tenido buenos maestros: tuvo profesores que le enseñaron a sumar y restar, pero maestros… seguramente no aprovechó y se hizo vividor, holgazán, tramposo y más.
Pero esas personas que guardan un sentido de agradecimiento a la vida y ponen al servicio de los demás sus talentos desarrollados y los que tienen guardados en el corazón, los que son la base de todo carácter humano y que siembran en el corazón de sus discípulos cosas positivas. Esos son los maestros que requerimos.
Claro, mucho lo tenemos como consecuencia de casa. Hay chicos que odian al profesor porque no les ayudó a pasar la materia, como si fuera una responsabilidad hacerlo, y en ese sentido se generan muchos problemas, porque el maestro forma, el instructor enseña temas, nada de humanismo.
Y para ser maestro se requiere u alto sentido humano y mucha capacidad para transmitir los valores y derechos del ser humano como tal: enseñarles a no robar,a no mentir, a no circular infringiendo reglamentos y más, enseñar es dejar un conocimiento en la mente de otro, y esa es la labor del maestro que tenemos que recuperar por sobre todas las cosas.
Entonces, debemos recordar a esos maestros, no profesores, no instructores, porque ellos tienen otra misión: el maestro es más profundo y más humano, porque realmente nos enseña y no nos instruye o capacita.
Nos enseña a vivir respetando a los demás en todos sentidos, nos enseña a no ser tramposos y a decir siempre la verdad, ya que no hacerlo podría significar un enorme remordimiento hacia los demás por causa de nuestra falta de probidad.
Y a todos ellos, el reconocimiento sincero, el homenaje a su actitud, su vocación y su alto sentido humano. No importan donde laboren, nuestros maestors siempre serán eso: maestros en el arte de convencer y de formar, el arte de modelar el criterio de cada uno de nosotros en sus distintos niveles.
Un maestro es un ser excepcional, por ello, nuestro tributo a ellos, reconocimiento y admiración, y el aplauso por tan encomiable labor. Felicidades de todo corazón.
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