Luego de unos días ausente me da mucho gusto estar de regreso en este espacio de libertad de expresión que tenemos años construyendo juntos.

Hablemos de la nota de las últimas semanas.

La presunta detención del delegado del IMSS en Tamaulipas ha generado más preguntas que respuestas. En un episodio confuso, donde las versiones se contradicen y los actores políticos y de seguridad no se alinean, la ciudadanía merece claridad.

Desde el propio IMSS en Tamaulipas se ha dejado entrever que todo podría tratarse de una represalia, un ajuste de cuentas interno vinculado a presuntos casos de corrupción. Un hecho que sugiere que la acción contra el delegado más que una investigación legítima, fue un acto de venganza, por lo cual ya se interpuso una denuncia ante la misma Fiscalía General de la República.

Por su parte, la Fiscalía estatal abrió una carpeta de investigación, lo cual parece un intento por poner orden en medio del caos. La vocería de seguridad, en su momento, informó de la detención pero no mencionó armas o dinero, mientras que el secretario de Seguridad Pública aseguró después que sí había dinero involucrado. ¿Entonces a quién le creemos?

A nivel federal, las declaraciones de la Presidenta Claudia Sheinbaum y Zoé Robledo añaden otro dato que hace más confuso el asunto; reconocen la posibilidad de que elementos de la policía estatal estén implicados, y advierten que de comprobarse, habrá sanciones.

Con tantas versiones encontradas, lo único claro es que estamos ante un hecho que debe esclarecerse a fondo. No se puede permitir que una detención tan delicada quede envuelta en rumores, contradicciones y lecturas políticas. Si hubo corrupción, que se castigue. Si fue una venganza, que se sancione. Pero sobre todo, que se diga la verdad, porque en tiempos de desconfianza, la transparencia no es un lujo, es una obligación.

 

Que Dios los bendiga, gracias. Leo sus comentarios en mis redes sociales…