Que alguien me explique…
La frase, para los seguidores de la tira cómica argentina Condorito –entre los que me cuento– es endosada al protagonista principal de la serie cuando sucede algo que no entiende.
Hoy, confieso, me sucede algo parecido.
Hace unos días –todos lo sabemos– el líder de la Cámara de diputados federales, Porfirio Muñoz Ledo, negó el uso de la palabra a Emilio Alvarez Icaza, bajo el argumento de que era “un senador sin partido”, debido a que llegó al Congreso de la Unión por el frente que comandaba el PAN y después se desligó del mismo.
Pocos condenaron a Muñoz Ledo y muchos le aplaudieron, porque así es el poder en México.
Ignoro si legalmente esa decisión fue válida, pero me como las uñas en la espera de lo que sucederá cuando en lugar de Alvarez Icaza, sean los senadores del Partido Encuentro Social y de Nueva Alianza –uno aliado electoral y el otro oportunista– los que pidan externar sus respectivos posicionamientos en tribuna.
¿Por qué el interés?
Porque tanto los senadores del PES como del PANAL, ya no tienen partido. El Instituto Nacional Electoral confirmó que no alcanzaron la votación exigida por la ley y los eliminó de su lista. En una frase, los mandó al cuerno.
En esa tesitura están –quien no se acuerda de la acusada de secuestro– Nestora Salgado, de Guerrero; María Guadalupe Covarrubias Cervantes, de Tamaulipas, y Aníbal Ostoa Ortega, de Campeche; además de Rocío Adriana Abreu Artiñano, de Nueva Alianza. Por separado, Sasil de León Villard, Coordinadora de senadores del PES, ya anunció su entrega total a López Obrador.
El punto es que todos se quedaron colgados de la brocha. Son, igual que Emilio Alvarez, senadores sin partido porque el membrete que los llevó a sus escaños ya no existe en el tinglado electoral de México, a menos que una mano negra –“Ya sabes quien” – ordene al Tribunal que enmiende la plana al INE, para lo cual ya los primeros cuatro legisladores anunciaron que darán el “morenazo” para cambiar de ropajes.
El asunto es que si en estos momentos, cuando aún no han cumplido formalmente con su vergonzosa huida, la pregunta surge natural:
¿También a ellos los mandaría a freír espárragos Porfirio porque son senadores sin partido?
Lo dudo. Y el resultado, que retrataría la continuidad del autoritarismo mexicano, sólo confirmaría lo que muchos avizoran, sintetizado en una frase del ideólogo histórico del Partido Revolucionario Institucional, Jesús Reyes Heroles.
“En este país, después de que pasa todo, no pasa nada”…
DOS NOMBRES
Si la política fuera justa, que es la cualidad que menos la define, los nombres de los aspirantes a la dirigencia estatal del PRI en Tamaulipas deberían ser los de dos figuras de ese hoy depauperado partido.
El primero, Oscar Almaraz Smer, aún alcalde de Victoria, quien en sólo dos años hizo en materia de obra pública lo que sus antecesores no lograron en por lo menos dos trienios anteriores. Pavimentación y alumbrado son estrellitas que se puede colgar honrosamente el jefe de la comuna capitalina, lo cual se suma a su trabajo legislativo y partidista. Desaprovechar su experiencia sería un grave error.
El otro nombre es Enrique Cárdenas del Avellano, cuyo perfil fajador en la lucha cuerpo a cuerpo que hoy requieren esas siglas, alejado de la modorra y entreguismo de Sergio Guajardo, podría ser una luz al final del túnel para los seguidores del tricolor.
Y sin embargo, el oportunismo y la carencia total de historia partidista, es lo que hoy asoma frente a ese instituto. Poderoso caballero, decía Francisco de Quevedo, es Don Dinero…
LA FRASE DEL DÍA
“En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza”.
Confucio

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