El de ayer, en la Ciudad de México no ha sido más que un derroche de recursos que bien pudieron utilizarse para infraestructura, medicamentos o escuelas y no para pasear a centenares de “invitados” al acto protocolario del 5º. Año de administración de un presidente que, como todos en el mundo, debe cumplir a sus gobernados.

No nos hace un favor ningún funcionario o político ni gobernante: fueron elegidos para servir y no para ser Sultanes o algo por el estilo.

Lastima ver la forma en que gastan dinero en guardias, escenografía, medios, invitaciones, hoteles y más, cuando somos una nación que sufre mil y una carencias; tenemos vías llenas de socavones, producto de malas obras mal ejecutadas, al supervisadas y mal administradas y nos ufanamos de haber construido más que otras administraciones. Eso no se entiende.

Presumimos de pocos mandos únicos y de una reorganización de cuerpos de seguridad, sumas multimillonarias en ese rubro, y seguimos teniendo récord mundial en defunciones no naturales en el orbe, más que en países en guerra.

Nos levantamos la mano al hablar de democracia y vemos que siguen los mismos ejemplos de luna partidocracia enfermiza que daña a la sociedad, engañándole haciendo creer que tenemos partidos políticos, cuando vemos que es una sola confederación de sinvergüenzas, y para ejemplo, los paleros Lozano y Cordero que acaban de dar su muestra de banalidad y deshonestidad, al venderse a un sistema aparentemente contrario a sus postulados políticos, o al menos, del partido que los abrigó durante años, porque está más que probado que estos dos cínicos no tienen postulados, ni ideología, ni vergüenza.

Sinceramente, el acto de Enrique Peña no es para vanagloriarnos, sino para preocuparnos por lo que está por venir, y lo que hemos vivido en la entidad con el acomodo de fuerzas políticas.

Los ciudadanos, está más que claro: no contamos para una clase política que nos presume con mentiras una serie de cifras que, a todas luces son engañosas.

La gente de diario, la que se levanta con expectativas de seguir trabajando, vender sus productos, colocar sus importaciones, recoger sus cosechas y más actividades productivas no creemos que estemos en u buen rumbo, y todos los día pedimos a un Ser Supremo la oportunidad de emigrar a otra nación.

Vemos que se rinde tributo a los llamados “dreamers” y a los indocumentados que han sido deportados por los pasos de la Unión Americana, y no somos capaces de enfrentar las carencias educativas de los millones de chicos de todo nivel apostados en un territorio nacional reprimido en todos sentidos. Nos preocupamos por aquellos que se fueron a buscar otra oportunidad, y no nos ocupamos de los millones que hemos sido vilipendiados laboralmente, políticamente, personalmente y en otras cosas, por una autoridad que ha hecho caso omiso a nuestras necesidades, a nuestras exigencias, y calla nuestras voces con la represión en cualquiera de sus medios.

Pero México tiene esperanza, Tamaulipas tiene esperanza, Victoria tiene esperanza.
Creemos que hay gente valiosa entre nosotros que sigue surgiendo en todos los ámbitos, y seguramente podrán despegar con sus sueños y proyectos muy pronto, porque para todo hay un principio y un final.

Tenemos muchísima fe en México, en nuestros hijos y nietos, en el futuro que viene y el despertar de esta enorme y gran nación.
Creemos que vendrán los tiempos mejores en los que nos levantemos de estas amargas cenizas, como el ave Fénix, y entonces demos a la Patria nuestra la gloria que merece, con un trabajo y resultados dignos de una raza mexicana noble, guerrera, que no se agacha, no dobla la cabeza, y se yergue erguida ante el terrible panorama para alcanzar el éxito que merecemos los mexicanos.

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