El boxeo es un deporte popular que le ha regalado al mundo una buena cantidad de dichos que se usan comúnmente en cualquier tipo de conversación.

“No hay que bajar la guardia” es un maravilloso ejemplo que en esta época de pandemia se escucha constantemente en campañas de concientización o en pláticas de amigos. Su interpretación es sencilla, no debemos descuidarnos ni confiarnos, estar alertas, protegernos y así no nos podrá afectar un suceso. El boxeador que baja la guardia puede ser conectado con un fuerte golpe y perder la pelea.

Otro más es “me tiene contra las cuerdas“. Se usa cuando se está en algún predicamento, presionado y abrumado por alguna situación, se usa para señalar que alguien tiene el dominio sobre alguna situación “lo tiene contra las cuerdas “. Un boxeador que está contra las cuerdas es porque su rival lo está atacando, presionando y dominando, en las cuerdas es donde se conectan los golpes más sólidos y se es difícil escapar de ahí.

Aquí va otro sencillo “pido esquina” es cuando ya urge un descanso, las cosas se acumulan y están saliendo mal, se necesita reagrupar y prepararse para seguir adelante. El boxeador llega a la esquina cuando suena la campana para terminar el round, ese minuto de descanso para tomar agua, recibir instrucciones de su manager y así recuperar fuerza y ánimo para el siguiente round.

“No tires la toalla “dicho usado para motivar a quien está de capa caída y piensa rendirse. En el boxeo el entrenador tira la toalla más bien la lanza hacia el ring para que así el referee detenga el combate cuando es evidente que su rival es muy superior y así da por terminada la pelea.

Antes de pasar al último dicho de hoy deseo recordarles como era el boxeo en sus inicios, cuando un deporte brutal e inhumano. Los rounds no eran de tres minutos como es ahora. El primer round terminaba cuando uno de los peleadores sangraba, ahí se detenía la acción y cada peleador iba a su esquina y a partir de ahí los rounds terminaban cuando un contendiente era derribado. Los rounds no tenían duración. La pelea terminaba cuando un peleador no se levantaba a la cuenta de 10 segundos o cuando ya no salía de su esquina para combatir el siguiente round.

El dicho al que me refiero es “Te salvo la campana” . Se refiere cuando alguien estuvo cerca de perder o de tener un grave problema. En el boxeo la campana salva al boxeador que está recibiendo golpes pues se tiene el minuto de descanso. Una regla que el Consejo Mundial de Boxeo modificó fue precisamente que la campana no pueda salvar al peleador que esté en la lona. Antes si estaba tirado en la lona y acababa el round, su esquina entraba y lo arrastraba a su esquina para revivirlo con agua, cachetadas y hasta con cápsulas de amonia…. eso era peligrosísimo pues salían a recibir más castigo cuando en realidad ya estaban noqueados.

¿Sabía usted que?

En todos los tiempos la recomendación de no bajar la guardia ha sido un consejo generalizado para los boxeadores; sin embargo tanto como en el pasado como en el presente han asistido algunos pugilistas de gran calidad que no han hecho caso del recurso y han peleado con las manos bajas y han sido ganadores extraordinarios . Un ejemplo en nuestra época lo tenemos en el argentino Sergio “Maravilla” Martínez quien en su totalidad de sus batallas combatió con las manos abajo. Haciendo uso de extraordinarios movimientos de cintura y de cuello para evitar el castigo del contrario. El “Maravilla” fue campeón mundial de peso medio.

Anécdota de hoy:

Mi papá siempre usaba dichos para ilustrar sus conversaciones y era común que se equivocara y cambiara palabras, eso mi mamá siempre trataba de corregirlo pero acababan atacados de la risa… En una ocasión había casa llena, Don José ofreció una conferencia de prensa en casa para dar a conocer que el CMB no sancionaría la segunda pelea de Ali Vs Spinks pues Norton era el retador oficial y cuando mi papá describió la traición recibida dijo “eso fue una puñalada trasera”… mi mamá se fue a la cocina pues no aguantaba la risa. En provincia el dicho era muy popular “puñalada trapera “pues el agresor se envolvía un trapo en la mano para no mancharse de sangre.