“Creo que lo que hay que tener muy claro, es que si en nuestro país fracasa la lucha anticorrupción, México va a fracasar como país.
Yo creo que ahorita si no tenemos otra alternativa. Yo vengo muy angustiado por este episodio que pasó hoy en el libramiento de la carretera de Cuernavaca, porque es una carretera por la que he pasado cientos de veces, y dos personas murieron.
Y a mí, a la hora que vi la foto del grosor de la capa asfáltica, el mensaje que vi en esa fotografía, no fue que hubo lluvias, no fue que la basura tapó el drenaje: el mensaje es que la corrupción mata.
Dos personas murieron en el automóvil que cayó en ese socavón. El Gobierno invirtió dos mil cuatrocientos millones de pesos para un libramiento que se inauguró hace tres meses. Yo no puedo entender una explicación en la que la corrupción no esté presente. La culpa no es de Tláloc, la culpa no es de la basura: la culpa es de una profunda negligencia, indolencia y presumiblemente un acto de corrupción.
Ahí vemos que nuestras vidas son más inseguras, no solo es el crimen organizado, no solo es la violencia, ya es la imposibilidad de poder transitar en una carretera sin que el suelo que está debajo de nuestros pies o debajo de las llantas del automóvil desaparezca de la nada erosionado, no por las aguas de la lluvia, sino por la tranza, el cochupo, los contratos negociados.
El futuro de México está en riesgo. Crisis tras crisis, le jalas el hilo, y al final de ese enjambre, de esa maraña, lo que encuentras es un caso de corrupción. Lo toca todo.”
Comulgo con Pardinas. Suscribo tal cual cada palabra que cito del Director General del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
La corrupción está detrás de todos los problemas; de todos, eh. No existe un diagnóstico profesional de la parálisis que se sufre en materias como la seguridad pública, la económica, de combate a la pobreza -más lastimosamente, por cierto-, y claro, no se diga, de los sectores originarios y favoritos de la corrupción entre políticos y “empresarios” para hacer negocios turbios: la obra pública, que excluya a la corrupción como uno de sus principales obstáculos.
Partiendo de ahí, la mayoría se inclina por afirmar que entonces la corrupción es el común denominador de todos nuestros problemas. Pero qué peligrosa resulta tal confusión. La aseveración a modo conclusivo, debiera ser en el sentido de que es la que constituye en sí el problema, hombre. Dejemos de verla aislada: no es una característica que casualmente tienen todos nuestros problemas, es la raíz, el origen, y el motivo de todo lo injusto, y de todo lo funesto que socava a México.
El 18 de julio se cumple un año de la promulgación de las siete leyes del Sistema Nacional Anticorrupción. De ahí estimado lector, que, desafortunadamente, justo a tiempo el Socavón y sus muertes, para recordar que debemos aprovechar nuestro nivel de indignación para lograr afianzar la cimentación de los Sistemas Anticorrupción, tanto el Nacional como el tamaulipeco. Los siguientes pasos, según el estado que guardan ambos, estimo deben ser, en el Nacional: Un Fiscal Anticorrupción ya, y la reforma a la Ley de Obras Públicas, URGEN. Y, en el Local: garantizar la auténtica representación ciudadana en el centro del mismo: demostrar si hubiera resistencia, que los ciudadanos no entregaremos nuestro Sistema.
Previo a concluir, considero oportuno precisar, que líneas arriba dije que suscribía “tal cual cada palabra” que cité de Pardinas, porque suscribo también la parte en la que él señala que la culpa del Socavón es –presumiblemente- de un acto de corrupción (puesto que legalmente aún no se determina bajo ninguna resolución qué pasó y si alguna autoridad es o no responsable), más allá de que del propio contexto y matiz de nuestra posición resulte lógico a qué atribuimos de fondo el deceso de estas personas.
Nótese que no hago tal aclaración por debilidad o cobardía, mucho menos por desconfianza de mi tesis, sino porque seguramente en las próximas semanas la opinión de Pardinas y esta columna quedarán desvirtuadas, pues como ha pasado de todas, todas, este sexenio, en algunos días iniciarán las opiniones profesionales a modo y, más frío el tema, se impondrán peritajes o dictámenes técnicos con una versión oficial de lo ocurrido, burlándose del raciocinio de la sociedad.
Es tan sistemática y cínica tal burla, que no nos asombraríamos si recontratan a Virgilio Andrade para que explique los porqués del Socavón.