Hay tantas cosas por decir y más por hacer; muchos de los que quisieran hablar, permanecen callados, y los que hablan demás, es porque están desesperados, mas no por darle viabilidad al país, al estado o al municipio, no señor, la benevolencia no llega a tal grado, hablan, más bien, para ponerse a salvo; primero, de la furia de los que los han contralado disque que para servir a los demás, mas no pierden la fea costumbre de servirse primero; y segundo, del mismísimo pueblo que ya está cansado de tanto esperar sus derechos constitucionales al bienestar.
Entre el dicho y el hecho hay mucho trecho, tanto, que el que quiere salvar su pellejo, mejor póngase a trabajar, y nunca pierda de vista que la realidad de la comunidad ha cambiado, aunque usted no lo crea, el pueblo se hará escuchar, porque ya ha despertado.
Cuidado con los que fustigan a sus empleados con amenazas de despidos o cambios injustificados; cuidado con las posturas de máxima autoridad que no admiten ningún diálogo, ni con las bases, ni con el pueblo, pues puedo asegurarles, que nadie las tiene todas consigo; por eso, bienvenida la mediación para llegar a justos acuerdos.
A los que han trabajado toda la vida y lo han hecho con honestidad, seguro que tienen su lugar muy bien ganado, y el pueblo los puede abalar; siempre han visto en cada ciudadano a un hermano y al sentirlo como familia jamás los podrían estafar.
Se pueden decir muchas cosas en palabras a la ligera, a esas, el viento se las puede llevar, pero jamás podrán con el peso de la verdad que acompañan a las palabras sinceras.

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