Del no pasa nada, al estamos trabajando, hay mucho trecho; es la frase que se me quedó grabada en la mente, después de la última visita que le hiciera a mi estimado tío Tiótimo a su rancho “El olvido” esto, con motivo de invitarlo a la ceremonia del grito de Independencia en nuestra ciudad capital.

Como siempre, el señorón de la lánguida figura, dueño aún de un pedazo de tierra, obtenido gracias al reparto agrario que hiciera el general Lázaro Cárdenas, al dar continuidad a los planes de Emiliano Zapata. Pues bien, el tío se encontraba meditando, dice él que lo hace siempre sobre los problemas políticos, sociales y económicos de México, situación que yo le cuestiono, tratando de evitar que se siga desgastado mentalmente buscando la fórmula para resolver la complicada situación del país; pero él insiste, en que todo mexicano debería de estar echándole ganas para aportar ideas, porque la mera verdad, dice, otra cosa no se puede, porque si te esfuerzas con trabajo, como dice, sueles toparte con pared ante la cerrazón de muchos funcionarios de ocasión, sin oficio y ni beneficio, que se empeñan en que todo siga sin cambio, o si lo hubiera, éste se significaría por profundizar aún más las tendencias deprimentes de nuestro sufrido pueblo .

Tratando de sacarlo de su cavilación, le hablé al tío sobre la desgracia que afecta a nuestros hermanos de Chiapas y Oaxaca, con motivo del terrible sismo de 8.2 grados ocurrido el 7 de septiembre; pero el hombre, acostumbrado a vivir toda clase de sismos, revirtió mi intensión y aprovechó el comentario para hacer la clásica demostración de desagrado por el lado negativo del apoyo que dispensan algunos malos mexicanos que lucran políticamente con el dolor humano; pero siendo su naturaleza revolucionaria, reconoce con sinceridad la fuerza solidaria de un pueblo que se olvida de los problemas y necesidades cotidianas, para entregarse a las causas populares.

No me quedó la menor duda, que había llegado en un mal momento a visitar a mi pariente; su estado anímico se encontraba deprimido, por ello, su actitud era francamente negativa; aun estando de buenas, batallo para convencerlo de allegarse optimismo, pues un hombre como él, que logró brincar el siglo y a pesar de su edad seguir de pie, conservando una sorprendente agilidad mental que lo hace reaccionar ante cualquier simulación de beneficencia, que al final, es con cargo al mismo pueblo, todo por el afán de ser iluminado por los reflectores electorales que están a la vuelta del 2018.

Antes de marcharme, le hice saber al tío Tiótimo que lo respetaba mucho y apreciaba sobremanera sus sabios consejos, pero que ya era tiempo de dar fe a la buena voluntad del ser humano, porque de otra manera, nadie que pudiere aspirar a mejorar la calidad de vida de los mexicanos en un futuro próximo, siendo político, es garantía de tener calidad moral para regir los destinos de la patria.

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