“Me encanta el debate. No espero de nadie que simplemente se siente ahí y esté de acuerdo conmigo; ese no es sutrabajo”…

Margaret Thatcher

 


¿A quién de los aspirantes a la Presidencia de la República le importan más los debates?

Sujetándonos a la lógica, la respuesta debería ser a todos, pero en el terreno de la política ese atributo suele fallar. Este es uno de esos casos.

Vayamos por partes si me permite, o mejor dicho, por aspirante.

Primero las damas:

Tiene razón Claudia Scheinbaum al rechazar la invitación de Xóchitl Gálvez de sostener un encuentro de esa naturaleza a bote pronto. Prácticamente llevaría todas las de perder.

La abanderada de MORENA y sus satélites soporta la muy pesada carga de los desaciertos y desgaste sufridos en cinco años por la autollamada Cuarta Transformación. Forman legión y varios de ellos son indefendibles, circunstancias que se agravan porque ella ha sido protagonista de algunos.

En un tete a tete, tratar de responder con frases de discurso o desmentidos que sólo aportan su palabra como sustento, como hasta ahora lo ha hecho la ex jefa de gobierno en la Ciudad de México, la dejaría muy malparada en el arranque de campaña. Por supuesto que se seguirá negando hasta quela ley electoral no le deje otro camino.

En el caso de Xóchitl, también tiene razón sobrada para pedir un cara a cara antes de entrar abiertamente a buscar el voto popular.

Al no tener encima reclamos ni responsabilidades directaspor decisiones erradas o acciones mal realizadas, puede dirigir alegremente sus torpedos con todo el peso de su florida artillería verbal a la línea de flotación del morenismo, no para hundir ese navío –aún se ve difícil ese objetivo–pero sí para abrir un boquete por el que podrían escapar en forma anticipada de Regeneración Nacional cientos de miles de votos. Sabe lo que hace la ex senadora.

En el tercer caso, el del precandidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Alvarez Máynez, de igual manera tiene razón el joven político en lanzar a la arena el reto de celebrar un debate semanal, en un desafío político cuyo verdadero objetivo electoral y en sentido figurado parece ser otro: Matar para ganar o morir en el intento.

El ex diputado federal tiene muy poco que perder. Sabe que ganar la presidencia para él es una quimera o un sueño guajiro, pero también sabe que una manera segura de ganar espacios, ganar simpatizantes y conservar o acrecentar con votos las prerrogativas financieras de MC, es “robar” en esas confrontaciones dialécticas por lo menos parte de los activos de sus adversarias,

La intentona de Alvarez Máynez es un símil de aquella campaña publicitaria de la Pepsi, que incluía a la Coca Cola en sus anuncios para intentar nutrirse de su popularidad en lo que la primera refresquera esperaba que fuera una especie de trasfusión virtual si la segunda caía en el garlito y respondía de alguna manera. La Coca Cola hizo oídos sordos y como consecuencia la Pepsi siguió en su lugar secundario. Lo mismo sucederá con Jorge, quien tendrá que esperar los tiempos marcados para los debates legales.

En resumen, al estilo de aquel juez que para no meterse en líos le daba la razón a acusados, acusadores  y hasta a la señora de la limpieza, las dos damas y el caballero tienen razón en sus planteamientos. Esta es y seguirá siendo una guerra cívica en donde, como sucede en las batallas reales todo se vale, como ya se ha visto de manera muy reiterada.

Como dicen que dijo Francisco Villa a sus tropas antes de entrar en otra batalla: ¡Animo cab… que más adelante está más feo…!

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