Con motivo de los días de asueto pude visitar a escalinata para subir a la bandera sobre la sierra madre oriental dentro del polígono donde se localiza la guarnición militar de esta capital, la obra que se construyó cuando el General Mérida era el comandante del 77 Batallón de Infantería. El Gobernador era Manuel Cavazos Lerma, el alcalde era el panista Gustavo Cárdenas Gutiérrez. La obra fue el resultado del esfuerzo de Mérida para promover el nacionalismo.
La obra no tuvo un diseño ni ingeniería mucho menos una visión arquitectónica. Los propios soldados de aquel tiempo lo mismo que actualmente han respondido a quienes les pregunta por la ausencia de estética en la obra, “nosotros no son albañiles”. De lo cual tienen razón, aunque mucho de los cadetes desempeñaron ese oficio. Ciertamente no son albañiles sino elementos de la honorable Secretaría de la Defensa Nacional, militares, soldados, tropa que es lo mismo.
El hecho viene a colación luego que a nivel nacional se ha difundido que será las Secretaría de la Defensa Nacional quien se hará cargo de la construcción del Aeropuerto Santa Lucía lo mismo que El Tren Maya. Mientras que ante la falta de obras civiles la tendencia es a que los albañiles se conviertan en militares, soldados o tropa.
Por las características de la construcción de la escalinata los indicadores parecen no favorecer la propuesta nacional de que El Ejército Nacional Mexicano, se encargue de las construcciones del presente sexenio, porque no son albañiles ni ingenieros de construcción sino Ingenieros de Guerra.
La ingeniera de guerra data desde Antes de Cristo y se fortaleció en la guerras posteriores. Durante la época de Napoleón, que era Ingeniero y como tal elaboró el Diseño para la construcción de Paris, por ello los letrados y cultos consideran que Sólo Paris es Bello, porque el Diseñó es de Napoleón.
El próximo diciembre le preguntaría al General Mérida, si acaso tiene en su historial antecedentes de constructor, diseñador o algunas destrezas y habilidades relacionadas con la construcción o en su antecedente de la genética familiar, suele suceder que brotan gustos en generaciones posteriores.
El dato es que el ejecito mexicano fue creado para otros fines y no precisamente para que desempeñen tareas de albañiles o ingenieros civiles y, aun cuando deben obediencia, respeto y respaldo al Jefe del Ejecutivo Nacional, no por ello deben ser expuestos a la irrisión y la burla de una sociedad mexicana narcotizada. Ante todo porque el Ejército Nacional, como lo subraya el escritor Héctor Aguilar Camín; “la última trinchera”.
En este momento histórico de la nación mexicana, es necesario recuperar el respeto y reconocimiento a las fuerzas armadas, en particular a los elementos de la Sedena, porque son los mismos que acuden al rescate en situaciones lo mismo en confragaciones, que fenómenos naturales y circunstancias de inseguridad.
Una de las conclusiones al respecto es que nuestra última trinchera no puede bajo ninguna circunstancia ser demeritada, mucho menos agraviada por un populismo erróneo, extemporaneo de un “régimen” extraviado.