Si me vez callada, me dijo, no pienses que estoy enojada, y si lo estuviera, no serÃa por ti, mas bien, estoy pensando en todo aquello que me gustarÃa hacer, pero que en este momento, no puedo, y no es que los años acumulados puedan más que yo, cómo serÃa eso, si estoy consciente de que los tengo, y eso, me dice que mientras asà suceda, el control de mi vida lo tengo yo; y si necesito de ti o de otro de tus hermanos, no es que quisiera con ello sujetarlos a mi voluntad severa, porque si asà fuera, cómo podrÃa competir con la fuerza y la energÃa que derrochan cada dÃa cuando están cerca de mÃ, aunque a decir verdad, en algunos de ustedes veo más cansancio del que yo pude tener cuando me esforzaba doblemente para mantenerlos unidos y con buena calidad de vida.
Si me ves delgada, no pienses que aún persiste en mà la vanidad de saberme una mujer bonita, soy mujer, sÃ, y lo seré hasta el último dÃa de mi vida, lo estoy, porque asà me lo exige el cuerpo para que mi fisiologÃa pueda mantener la vitalidad que ahora expreso, de otra manera, mi corazón y mis pulmones no podrÃan con eso.
Si me vez con miedo, y lo tengo, te diré, que no es por mÃ, es que aún pretendo hacerlos cambiar de manera de pensar; primero, sobre mi estado actual y lo que parece ser, y veo en ustedes un estado de pesar, porque les quito tiempo por estar conmigo; y segundo, porque quiero que dejen de pretextar que unos se están esforzando más que otros en mi cuidado ¡como si eso ayudara a sentirme mejor!
Les recuerdo que aún no he perdido el oÃdo ni la vista, de ello doy gracias a Dios, aún puedo escuchar y ver lo que requiero y a veces más de lo que yo quisiera, no es mi cuerpo el que se queja, es el pensamiento el que me mortifica por escucharlos renegar.
Que si me quieren… no lo dudo, de otra manera no me podrÃa explicar el que aún permanezcan a mi lado, pero, por qué tanto renegar por lo que pueden dar, cuando el corazón los acerca conmigo, dejen ya de criticarse entre ustedes, cada quien da lo que tiene, si Dios por ello no los habrá de juzgar, por qué los juzgarÃa yo que los engendré en mi vientre.
Si me vez callada, hijo, abrázame como siempre y si me has de hablar, dulcifÃcame el oÃdo con lo que quiero escuchar, dime que me amas y mi corazón sabrá que no mientes.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com