Quisiera sentir tu mano caer, como una blanca y ligera pluma, sobre la mía, seguro estoy que el roce de su lozanía provocará el calor de la empatía, y que la confianza que nace entre los dos, sea de tal altura, que puedas tú apreciar la sana intención del alma mía; yo sabré, a pesar de mi torpeza, tratarte con la delicadeza que merece toda dama; y en común acuerdo, por seguir las reglas de la galanura y la etiqueta, que se demuestra en la finura de un ambiente alegre, que se descubre con el creciente abrir de las comisura de tu boca, como todo un caballero me comportaré al tomarte con delicadeza la cintura, hasta sentir que estamos plenamente dispuestos y acoplados, antes de iniciar la dulce melodía que enamora, acercar mi cara a la tuya, sin llegar a sentir la suavidad de la piel que adorna tu hermosura, y dejar salir de mi boca las palabras que te hagan sonrojar sin perder la compostura, para que te dejes llevar por la armonía de este vals, que descubra que estoy enamorado, y en cada giro que demos, hacerte sentir que tus pies, en el aire se desplazan al compartir conmigo el amor y su locura.

En esta danza, por estar enamorados de la vida, desaparece la tristeza y la amargura, en este baile disfrutado sin premura, no se pierde el tiempo y se aviva la figura, deslizar debemos los problemas cotidianos, pues conservarlos no es lo sano, pues perdemos la cordura.

Gira, gira siempre libre de estrecheces y angosturas, mostrando en cada vuelta la sonrisa que asegura, que nadie podrá arrebatarte la felicidad que siempre dura, al amar como yo con tal locura, que al estar enamorado, el amor no pierde su frescura.

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