Mis nietos empezaron a desfilar por nuestro hogar, una vez que salieron de vacaciones, de sus clases virtuales, pero como suele ser,  con el tiempo ha habido cambios, de tal manera, que unos ya son adolescentes, mientras otros aún continúan siendo niños, pero todos recordaron el hecho de que en estas maravillosas fechas, solía contarles un cuento; los adolescentes querían que narrara un cuento en el cual se evidenciara la lucha del bien contra el mal y que estuviera plagado de superhéroes, pero la inocencia de los niños quería que continuara la magia de la Navidad; de ahí que para interesarlos a todos, les comenté que esta narración sería muy especial, pues estaba basada en hechos reales, pero que esperaran también manifestaciones fantásticas, porque la vida no está exenta de ellas.

Como me fue imposible reunirlos a todos en nuestro hogar el mismo día, y preparar el escenario mágico como otros años, les pedí  que lo leyeran en los medios habituales donde publico mis artículos y si no les fuera posible, me permitieran contárselo el día en el que celebramos el Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, antes de pasar a compartir el pan y el vino en nuestra mesa, a lo que estuvieron de acuerdo, así es que agradezco la consideración de su atención, estimado lector, a lo que a continuación narraré:

Aquel día maravilloso, el Padre celestial, quien había terminado su obra, se dispuso a descansar, tomó asiento en su trono, pero sintió que algo había faltado, entonces empezó a repasar todo lo que había creado y dijo: Ya hice los cielos y la tierra, la luz y con ella definí el día y la noche, creé el firmamento y separé las aguas que están debajo de él, hice la tierra y los mares, mandé a la tierra producir yerba verde, semillas y árboles que dan frutos; ya puse en el firmamento el sol y la luna para distinguir el día de la noche, hice las estrellas para embellecer el firmamento y resplandezcan sobre la tierra; los animales animados de las aguas, como los reptiles, los peces y la aves; ya poblé la tierra de animales; y al hombre lo creé a mi imagen y semejanza, e igual a la mujer, para que se acompañaran y fueran felices; más siento que algo me faltó por hacer; entonces recordó que como todo lo que había hecho era bueno, le faltaba que esa bondad pudiera multiplicarse para que en ningún momento el mal se estableciera en la tierra y por eso creó a la familia, dirigió un rayo de luz sobre un humilde hogar que tenía una señal sobre su techo, un par de letras, la B y la C, que significaban bondad y calidez; de la pareja que habitaba en ese hogar nació primero la letra A, y alegró aquella estancia, la A es la primera letra del abecedario, y tiene un significado muy especial, y aquél cuyo nombre empieza con esa letra, tendría la virtud de ser muy afortunado si lograba mantener en orden su vida, porque también tenía el atributo de ser astuto, arrojado y por ello sería tentado de manera abundante. Después nació la S, y a quien su nombre iniciara con esa letra sería: sereno, sincero, solícito, solitario y tendría una misión que cumplir, y eso lo entendería más adelante. Después repitió el nacimiento de la letra A y tendría los mismos atributos y se le sumarían otros muchos como el ser amigable, aventurero, amante de las tradiciones ancestrales, pero igual, tenía que enfrentar muchos retos para encontrar el equilibrio, la armonía y la paz que tanto anhelaba. Después nació la letra E, que la hizo acompañar por la letra I, a la que se le dieron los dones la introspección, inducción, iniciación, e integración, debería recorrer un largo camino para encontrarse a sí mismo en busca de una respuesta a la pregunta ¿Por qué? y fue  guiada a encontrar lo que deseaba y poner su inteligencia al servicio de los que habrían de iniciarse en el camino de la bondad, para que no muriera la esperanza. Y el Señor dijo, habrá otra letra A, porque siempre son necesarias muchas virtudes para significar el principio y le dio el don de la abnegación, amenidad, amabilidad, y que por tratar de estar bien con todos desarrollaría ansiedad. Después nace la letra C acompañada por la letra G, que sería bendecida con el don de la caridad, generosidad, la certeza, de calidad, y la calidez, que logra tener la virtud de convertir el dolor callado en alegría. Cuando nace la letra M se acompañó de la letra E, el Señor dijo, le daré el don de la misericordia, será una mensajera  y tratará de vencer sus miedos a través de otros medios, saliéndose un poco del camino, pero regresando a él para seguir el buen destino que le espera, también cuenta con las virtudes del esmero, la estimación y la espontaneidad. Viene el nacimiento de la letra V acompañada de la F, afortunado por sus virtudes de amistad y sus vivencias intensas, que hace de sus derrotas pequeñas victorias, que vive en conjunto las emociones de todos aquellos que lo rodean y lo quieren, pero que igualmente, lucha para salir victorioso del miedo que lo impulsó a hacerse valiente, y que tiene como prioridad la felicidad de los que ama. Después repite la letra M acompañada por la L, tiene el don de la mediación, pero es acosado frecuentemente por el miedo al fracaso, de ahí que busca por todos los medios mantener la estabilidad de su equilibrio y su mente; es leal a sus ideas y legados. Por ultimo nace la letra J acompañada de la M; tiene la virtud de buscar lo justo y las justificaciones validas, tiene el don de la jocosidad, de espíritu siempre joven, mantiene un equilibro de conformidad con lo que posee y logra a través de su esfuerzo y por los medios que corresponden. Pues bien Dios vio que era bueno y lo llamó familia y de la misma se desprenderán todos los dones y virtudes que hombre y mujer tienen, pero que deberán de atender el llamado del padre para lograr todo lo que se proponen. No los hizo perfectos, porque de haberlo hecho no habría la necesidad de crearlos hombres los hubiera convertido en ángeles, son imperfectos porque deberán encontrar el camino de la perfección siguiendo a su hijo amado Jesucristo.

Este cuento no termina aquí, terminará cuando Dios así lo disponga, mientras tanto el que escribe seguirá cumpliendo con la misión que su Señor la ha encargado, pues todo inicia con el nacimiento de amor en la humildad de un hogar, bajo la mirada amorosa de un Padre que ha creado todas las cosas.

“Entonces  dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, y cargue con su cruz, y sígame.” (Mt 16:24)

 

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