Así es antes de marcharnos a nuestra casa, íbamos con las bocas y las manos rojas, moradas o blancas, por ingerir el dulce fruto de las moras…

Diariamente frente a mis ojos el Teatro Juárez, construido creo, durante el porfiriato.

Descuidado y sucio, siendo un gran edificio el cual fungía después de cine con sus afamadas noches de damas a 30 centavos la entrada.

Con el paso de los años, conocí a Zacatecas, el Teatro Degollado del mismo tiempo del Juárez nuestro al que cuidan como una reliquia, situación que debía cuidarse con el Teatro “nuestro”, así pienso.

Nuestra gran plaza Juárez, sembrada con miles de rosales y derrumbado el coloso del Teatro para edificar el actual Palacio de Gobierno.

La etapa feliz de mi niñez no puedo dejar de mencionar el hermoso parque infantil el que lleva el nombre de ilustre tamaulipeca Estefanía Castañeda que funge como jardín de niños al que asistieron mis hijos años después…

No puedo dejar de mencionar a Don Manuel Chávez, celoso guardián del parque infantil, no olvido su recia voz “quítate los zapatos chamaca, el zacate está recién regado”.

Terminé mi educación primaria e ingresé a la Escuela Secundaria, Normal y Preparatoria en donde aún recuerdo con cariño y gratitud a mis queridos catedráticos.

Posteriormente hice el Bachillerato de Leyes, me gradué y me casé, dándole a mi querida ciudad cinco tamaulipecos.

Desde te conocí te amé mi querida capital.

Por hoy es todo.

Hasta la próxima. Carpe diem.