Siempre nos hemos preguntado qué tanta diferencia implica vivir en un lado y en otro, refiriéndonos, obviamente a la franja fronteriza. Es increíble la abismal diferencia existente entre convivir con nuestros iguales en Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos, es decir: entre americanos y mexicanos.
Por ejemplo: viene usted en su automóvil y va dejando detrás una estela de mugre: papeles de goma de mascar, colillas de cigarro, cáscaras de fruta, papel envoltura de golosinas y más cosas, muchas más.
Y cruzamos la frontera, pero no tiramos ni un chocho: llevamos la bolsita para la basura y si no la llevamos, la depositamos en nuestro bolsillo para tirarla en el primer bote de basura que encontremos.
Y así podemos poner mil y un ejemplos de cómo la gente se comporta en la Unión Americana, haciendo cosas que en casa no es capaz de realizar, logrando que se note más la diferencia económica, salarial y social que existe.
Otro gran y deprimente ejemplo es el referente a nuestras calles: curiosamente, vamos por una rúa plena de agujeros, hoyos, baches y pozos –de todo un poco- y, al cruzar: ¡oh, sorpresa! Nos encontramos con calles totalmente pavimentadas, lisas, de primera calidad. La pregunta que nos hacemos es si tenemos la capacidad tecnológica y económica para aspirar a tener mejores calles.
Debemos estas conscientes que nuestros vehículos se deprecian por el mal uso, y el viajar por las calles de Tamaulipas resulta fatal para todos. Nadie está a gusto con lo que tenemos, pero el problema no es ese, sino el que no duren las obras.
¿Por qué allá sí y acá no?, nos preguntamos
no hay que ser un genio ni un tipo tan visionario: basta ir con los “gringos” y preguntarles qué le ponen a sus calles para que se conserven así por tanto tiempo, y evitar que depredadores como son los trabajadores de Comapa, CFE y Telmex hagan de las suyas, destrozando lo que ya estaba y dejando una estela de destrucción y mala calidad en nuestras calles.
¿Seguimos? Podríamos observar muchas diferencias como el que la gente respeta en forma TOTAL los pasos y cruces de peatón, pero el servicio público respeta los derechos de los usuarios y automovilistas, cuando en nuestro país les echamos el carro encima sin importar qué esté enfrente nuestro.
Pero el problema de las calles resulta muy drástico e importante: tenemos que garantizar buena circulación, pero en ese sentido, sería justo velar por los intereses de la comunidad y gastar en compañías que realmente ofrezcan un servicio competente, que mucha y buena falta nos hace.
Y aplica para todos los ayuntamientos, los municipios tamaulipecos que tienen frente a sí un grave problema como es la pavimentación y re-encarpetado, pero lo que la gente pide es que sea con materiales de alta calidad.
De ahí la importancia de reconsiderar las obras de este tipo, y propiciar que en los contratos existan cláusulas de garantía: si el trabajo no está listo, se tendrá que devolver el dinero entregado.
Y así, seguramente, si no acabamos con la obra determinada, que nos cueste, porque la ciudadanía no está para esperar ni en tiempo ni en recursos: lo que necesitamos son obras de calidad, obras que permanezcan más de los 12 meses de inicio, que según nosotros, debieran de ser la totalidad.
Aquí podría conformarse un comité de revisión de trabajos finales, pero sin liga directa con el gobierno estatal o municipal, para que nos ayude y evaluar justamente y en forma diligente las obras que se realizan.
Y a los constructores, hacer lo posible por merecer tanto trabajo. pensamos que es mucho para una sola empresa, aunque presente nombres falsos.
Es hora de que nuestro dinero alcance y podamos encontrar satisfacción al verlo convertido en obras sociales, meramente sociales.
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