La amenaza de bomba en el Congreso de Tamaulipas del martes 15, ahora le siguió otra falsa alarma, en este caso en las instalaciones de la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COEPRIS). En el primer caso se observó como propósito la suspensión de los trabajos de la LXV Legislatura con un fin determinado, al menos corrió la versión de que la corriente morenista sumaría diputados de otros partidos a su causa, por eso algunos le asignaron la autoría del suceso al PAN. Obviamente todos son supuestos y nada comprobables.

Ahora dirán que esta segunda denuncia de bomba, es para distraer la atención sobre el primer tema y aquí no hay móvil aparente. La cuestión es que estos eventos pueden estarse generando bajo una misma mano, pero también sobrarán ociosos que se sumen al juego. La cuestión es que la parte amenazada, sean instituciones públicas o privadas (porque no están exentas) no pueden correr el riesgo de confiarse, y tiene que reaccionar frente a la advertencia con propiedad y eficiencia.

¿Qué anuncian los atentados? Que estamos en sus manos, y esto incluye a las instituciones públicas. Si hoy es amenaza cualquier día puede no serlo. Son señales de humo para anunciar su presencia.

También hay otro aspecto que no puede pasarse por alto, aunque casi siempre se trata de falsas alarmas, las empresas y dependencias públicas deben de contar con un plan de respuesta ante una amenaza de bomba, y al parecer en el caso del Congreso carecieron de ese recurso. Cuando existe el procedimiento se elabora una narrativa cronológica para dar testimonio de cómo se realizó la evacuación, en cuantos minutos y como se procedió, y lo que hubo fue un boletín para fines mediáticos pero no el reporte técnico.

Los señores diputados tienen autoridad, y su rango les permitió actuar a su albedrío, pero los empleados, desde secretarias hasta el intendente de limpieza, en ocasiones no saben cómo actuar y muchas veces no hay la cadena de información para hacerlos reaccionar con inmediatez.

Cabe mencionar que los organismos externos como es Protección Civil, Policía Estatal y SEDENA actuaron oportunamente en ambos casos, pero es fundamental la reacción local, la de 220 personas en el Congreso y más de 100 en la COEPRIS, en ambos acontecimientos no hubo nada que lamentar porque fue falsa alarma, pero si hubiera existido algún detonante no sabemos si la respuesta hubiera sido la misma.

            TORRE ALIYÁN AL MOVIMIENTO NARANJA

La incorporación del abogado Luis Torre Aliyán al PMC, es una buena adquisición del partido naranja. El ex síndico de la planilla que encabezó Xicoténcatl González Uresti, es un hombre de convicciones firmes y en más de una ocasión ha navegado contracorriente defendiendo lo que le ha parecido justo, fue el caso cuando decidió enfrentar al referido alcalde cuyos malos resultados de su gestión estaban a la vista en ese trienio, con esa actuación se ganó el sobre nombre del “síndico rebelde”.

Usted recordará que le llevó serenata al doctor Xico quien ostentaba un puesto en la Secretaría de Salud durante el gobierno “cabecista”, y ahí en el legendario edificio del 17 que aloja esa dependencia, los mariachis cantaron la de “Rata de dos patas” en clara alusión a González Uresti, que por cierto nunca salió.

Por cierto Xico está siendo convocado por la actual administración municipal para aclarar faltantes que superan los 100 millones de pesos y no ha acudido a los tres citatorios y todos sabemos lo que procede cuando se agotan esos recursos.

Pero el tema es Torre Aliyán un profesionista de 33 años ahora es el coordinador de “municipios en movimiento” en Ciudad Victoria, tras recibir el nombramiento correspondiente por José Manuel del Río Virgen, titular a nivel nacional de Municipios en Movimiento. Quienes conocen al joven abogado , consideran que hará un buen trabajo político para el “movimiento naranja”.