La abuela paterna, con la única que conviví, acostumbraba un día sí y otro también, endilgar a la amplia tropa de nietos entre quienes me contaba, una cauda de regaños y algunos consejos.

Entre los segundos, para que pusiéramos atención en lo que teníamos que hacer repetía un viejo y sabio refrán: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.

Traducido a la vida cotidiana, es sin duda una confirmación de que todos los extremos suelen ser malos.

¿Para qué recordar las palabras de la venerable matrona?

Bueno, parece que la recomendación mencionada no la sigue la Contraloría Gubernamental de Tamaulipas.

Ayer, su titular Mario Soria Landero –un hombre bien intencionado como lo ha demostrado en otras ocasiones– dio a conocer que la famosa y polémica declaración bautizada como “3de3” será obligatoria en la administración pública señalada hasta el último nombre de la nómina. Es decir, de punta a punta, sin importar rango o ingreso. “Todos”, dijo en una muestra de su capacidad de síntesis.

Quisiera decir que admiro el espíritu de transparencia que según la dependencia anima a esta decisión, pero en los hechos me parece una soberana equivocación y si me apura, una burla soterrada –lo más probable es que sea involuntaria– para la gran mayoría de los burócratas en ese orden de gobierno.

Van preguntas para explicar esta percepción.

¿Qué es lo que va a declarar en su “3de3” una secretaria, un afanador, un chofer (que no sea el de un Secretario) o el mozo de los mandados, por citar sólo algunos empleados?

¿Va a manifestar que percibe un salario que apenas alcanza para comer?

¿Va a poner en evidencia que lo que gana ni en sueños le permite aspirar a tener una casa propia?

¿Va a consignar en ese documento que no tiene un peso ahorrado en el banco porque ni siquiera puede completar la quincena sin pedir prestado?

Vamos, una dosis de mesura en este terreno no vendría mal.

No pierdan tiempo. Nadie tiene dudas sobre la austeridad en que viven los modestos trabajadores de una oficina pública ni nadie piensa que son ellos quienes manejan las cajas fuertes. Yo no lo creo, lo juro.

Vaya un aplauso para la “3de3” y el esfuerzo del Contralor por ofrecer la necesaria transparencia que debe perfilar a un gobierno, sea cual sea su orden y jerarquía. Estoy seguro que todos –quizás los de mano larga no– coincidimos en lo saludable que resulta un control de esa naturaleza.

Pero no hay que caer en la trampa de los extremos. Parodiando al consejo de la abuela, está bien que alumbren al santo, pero no le quemen los pies…

 

NEGOCIOS “EN RIESGO”

Las dirigencias de los organismos que por décadas han formado en el país un imperio con el manejo de los vehículos extranjeros ilegales, hoy piden que el tema de la regularización de esas unidades “no se politice”, en obvia referencia al ofrecimiento en ese sentido formulado por el candidato de “Todos por México”, José Antonio Meade.

Caray, ¿no se supone que ese es el objetivo que buscan y por el que siempre claman sin importar el membrete?

Sí, ese es, pero queda claro que sólo cuando sea operado por ellos. En otras palabras, cuando les resulte un lucro y no sólo un beneficio para los poseedores de esos automóviles, en donde los mandamases de esas siglas no puedan llevarse la acostumbrada tajada del pastel.

Ojalá ese compromiso de Meade fuera adoptado por todos los candidatos, para poner reglas claras en ese terreno, dejar de tolerar la ilegalidad y concederles a los dueños de “chocolates”, como les llaman, la certeza de su patrimonio.

La traducción de ese “no politicen” es clara: No nos quiten el negocio…

 

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