Si la política es algo así como la administración del conflicto, la política parlamentaria es su puesta en escena, lo que supone entre otras cosas el hecho de que la retórica tiene aquí una función medular y constitutiva.

El Congreso es, en efecto, el espacio de la dialéctica por antonomasia, que a diferencia, por ejemplo, de una institución empresarial (en donde la convergencia sobre los objetivos y la dirección tiene que ser unánime so pena de quebrar como organización), su nota constitutiva es la divergencia de objetivos, siendo el contraste y la confrontación, y la polémica constante en torno de ellos, la materia misma de la que se nutre. No es casual que en algunos sitios se hable de “palestra” al referirse a un Congreso o un Parlamento, pues la palestra era, precisamente, la escuela de lucha en la Grecia Antigua. Nunca mejor dicho.

Se trata por tanto de una de las instituciones de más complejidad en una sociedad, pues la contingencia y el movimiento hacen de ella una arena movediza cuya característica fundamental es la inestabilidad; una inestabilidad entre medio de la cual, no obstante, o más bien a partir de la cual, es necesario configurar un orden normativo llamado a embridar y dar cauce, precisamente, a esa pluralidad dinámica.

Y si esto es así, resulta entonces que el ejercicio de la representación nacional es también por tanto uno de los oficios de más complejidad y ambigüedad. El diputado, el senador, ejercen su función social como módulos de expresión indirecta de las contradicciones que en una sociedad histórica se configuran en el formato de intereses sociales de todo tipo, y ahí donde hay intereses, según nos dice Antonio Lomelí Garduño (Teoría y técnica de la política, Cámara de Diputados, 2019 -libro referido en este espacio en mi última colaboración del mes de diciembre pasado), aparece entonces la política como ámbito de segundo grado de mediación y articulación.

En el ejercicio de la representación, entonces, está la clave de la labor legislativa, que se nos ofrece por tanto como función de tipo indirecto desdoblada en dos momentos operatorios fundamentales: el momento de la decisión como acción formal e institucionalizada mediante el voto en comisiones o en el Pleno, y el momento del análisis del contenido sobre el que se decide y delibera.

Entre uno y otro momento aparece la figura del asesor legislativo como eslabón estratégico de primer orden, pues es el que da soporte analítico sobre la base del cual el representante interviene en el cruce polémico y movedizo –según hemos dicho– del debate, la confrontación y el juego de poder político-parlamentario para tomar decisiones individual y colectivamente (en función de grupos parlamentarios, coaliciones o enroques tácticos coyunturales) que desembocan siempre en la institución de la votación creadora de mayorías (simple, absoluta, calificada) mediante las que se materializa el proceso legislativo.  

Es en ese sentido que desde la Secretaría General decidimos impulsar la creacióndel libro “Cómo ser un asesor legislativo”, el cual puede ser consultado en el portal oficial de la Cámara de Diputados diputados.gob.mx en la sección “anuncios relevantes publicaciones”.   Se trata de una suerte de manual práctico y teórico para orientar a quienes ejercen esta función tan especial e importante del asesor legislativo, las características y principios de la cual, por extraño que parezca, y dada la relevancia que le queremos atribuir según venimos diciendo, no se enseñan ni se estudian en ningún lado; pero también para orientar a todo aquel ciudadano o ciudadana interesado en la labor parlamentaria.

En la Secretaría General consideramos imprescindible fortalecer la profesionalización de todas y cada una de las áreas de la Cámara de Diputados, para lo cual están en marcha diversas estrategias de capacitación, formalización y reorganización funcional –como el Servicio de Carrera– diseñadas de cara a las demandas políticas y ciudadanas a las que las transformaciones del país están dando expresión, y que exigen de la mayor responsabilidad y rigor de todo tipo de funcionario del Estado, como es el caso de los asesores legislativos.

 El libro referido está llamado a convertirse en un gran referente para toda persona interesada en iniciar su vida profesional en ámbito parlamentario -local o federal-, pues trata temas como la teoría y praxis de la política, historia, derecho, ciencia política, economía, estudios de género, administración pública, procedimiento legislativo y comunicación política y se incluyen además una serie de referencias con las que podría iniciarse una modesta biblioteca parlamentaria. La apuesta es a que todos estosconocimientos sean retomados por asesores legislativos, a lo largo y ancho del país, en beneficio de las y los legisladores, del poder legislativo y, desde luego, de la nación.

* Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión