Siempre hemos sido de la idea de que la mejor campaña política que puede hacer cualquier partido político se lleva a cabo mediante las acciones de los gobernantes que tengan: de cualquier partido, lo que haga o deje de hacer el alcalde, gobernador o presidente será la pauta para que muchos mexicanos tengamos una decisión aparentemente justa para elegir a nuestros próximos gobernantes.
La muestra más clara la tenemos con la Cuarta Transformación, que no es más producto de un hartazgo de lo que se dejó de hacer en seis años de “peñanietismo”. Los resultados son abrumadores, y el juicio popular es realmente sabio -no como dice aquel señor que cree que tiene un pueblo sabio a su favor- y cuando los electores piensan que la decisión vale la pena reforzarse o cambiarse… se hace: así de claro y sencillo.
No hay que pensar mucho, es por ello que la labor de los que nos gobiernan resulta fundamental. En Tamaulipas, donde tendremos elecciones para cambio en el Congreso, podemos decir que los tamaulipecos veremos de acuerdo a los alcaldes que tenemos, a donde dirigir nuestro sufragio.
No decimos que será en base a los diputados locales, porque, a decir verdad, los ciudadanos, los que nos levantamos a trabajar y estudiamos, los que vamos de compras y nos subimos a las peseras no hemos visto un trabajo activo de un Congreso que se encuentra sumido en una pasividad que asusta, incluyendo los que se supone debieran ser oposición.
Dicen los que saben que la “oposición” no ha actuado porque tienen miedo que les saquen sus “trapitos” al sol y les finquen responsabilidades, merced a sus muy malas administraciones anteriores. Eso dice la gente, y no es opinión personal, así que, por favor, señor diputado o funcionario, no lo tome como algo que es directo entre el columnista y su imagen como servidor público o gente del electorado.
El caso es que muchos de nosotros tenemos opiniones que favorecen o no a cierto instituto político, y tenemos todo el derecho de disentir con otros, y de tomar nuestra propia decisión.
Ellos, tienen la obligación moral de entregarnos argumentos para que votemos convencidos por ellos, por su filosofía ypartido, ya sea para seguir con una corriente que se estrenó hace poco más de dos años o volver a los viejos trafiques… o de plano, caer en la necesidad de abrir puertas a los de la 4T, a pesar de los resultados que nos han entregado hoy en día.
Entonces, no se trata de manejar boletines de prensa, de esos que ya casi nadie lee y se multiplican en Facebook y en el espacio de la red social de alguien que se dejó convencer para hacerlo. No se trata de que nos digan que son agradables y simpáticos: se trata de que nos muestren con acciones y hechos que hay voluntad y resultados.
Muchas veces no se pueden entregar resultados porque son difíciles de alcanzar, sin embargo, no podemos dejar de lado la necesidad que tenemos de que la autoridad nos convenza, de que los partidos políticos sean críticos y honestos, y que todos pensemos que bien vale la pena entregar el voto a tal o cual corriente política.
Los resultados se ven, no se pueden ocultar, y no es con actos como el que sufrimos en Victoria el martes pasado como se debe convencer, porque están llenos de engaños y fraudes, de mentiras que la gente capta.
No puede decir usted a un victorense que se trabaja cuando nuestras calles están hechas pedazos, cuando no hay alumbrado, ni agua ni recolección adecuada de limpia.
No se puede engañar tan fácilmente, porque las redes sociales desenmascaran a todos esos mentirosos que nos quieren seguir tratando como retrógradas.
Es hora, para los partidos y sus elementos, de recomenzar e intensificar su campaña política, a través de los que están en el poder, para que nos convenzan realmente de las bondades de seguir… o cambiar de filiación, que sería lo más natural del mundo.
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