Todo parece indicar que los priístas tamaulipecos no obtuvieron los consensos necesarios para preservar la unidad hacia el interior del partido tricolor y consolidarse para los procesos venideros. Quedaron atrás las falacias de un instituto político sólido y con capacidad de rehacerse. Los triunfos del pasado, los tan cacaraqueados carros completos, de poco o nada han sirvieron, los contendientes se convirtieron en contrincantes. Y los amigos en enemigos.

Los grupos afines a los dos últimos ex gobernadores tamaulipecos se unieron en contra de la corriente del senador por minoría Manuel Cavazos Lerma, para imponer sangre joven en ese instituto, aunque con las mañas del pasado, ya que pertenece a la estirpe de los Guajardo Maldonado, de donde salió el Pidu, luego Sipobladur hoy Itavu, que desplazo a los caciques de la tierra de origen urbano y ejidal para dar nacimiento a las inmobiliarias no rurales sino sexenales.

En ambos grupos de aspirantes no hay sangre nueva, menos cuadros representativos. Y las prácticas que han sido las propias engendradas por ese partido en más ocho décadas. Ya están presentes en un proceso que pareciera intrascendente, pero de dimensiones incalculables.

Por ello el golpeteo hacia el reynosense Oscar Luebbert Gutiérrez pareciera que proviene del ex discípulo de su difunta hermana, Ana Teresa, mejor conocido en el mundillo de la grilla como Ricardo Gamundi, al mismo que le “buffa” estar en Tamaulipas ahora que el gobernador es Francisco García Cabeza de Vaca.

Bien que sabe el Tal Gamundi, cual es su futuro inmediato, quizá por eso se atraganto durante su visita a esta ciudad capital, donde supuestamente el Cen priísta habría marcado la línea para elegir al nuevo dirigente. Cuando el reportero Arturo Rosas lo increpo respecto a cómo veía a Tamaulipas con uno de sus férreos contrincante como gobernador.

No crea lo siguiente, porque salió de uno de tantos chismeríos victorenses, pero se habla de que precisamente por ese motivo el Gamundi optó por sumarse a la postulación de Sergio Guajardo Maldonado y no al hermano de su exlíder moral como es Oscar Luebbert Gutiérrez.

Y por lo mismo se dejo de hablar de cuatro o hasta mas aspirantes, porque la “Virutilla” Arreola además de Manzur el tampiqueño, se habrían amainado con el reinosense Luebbert Gutiérrez para sacarlo adelante.

Sin embargo, las filtraciones y trascendidos hicieron trastabillar y hasta recular a Oscar Luebbert. Habrá que ver donde paran las acusaciones contra el dos veces edil de Reynosa. A quien por cierto la Siedo cerco la fiesta de un editor donde participaba el aspirante priísta por supuestos vínculos sospechosos, esto fue siendo edil por segunda ocasión. Es decir entre el 2008 y 2010.

Y si al “enjuague” de los priístas se le suman la mano de “El Truco” César Verastegui Ostos secretario general de gobierno, que bien le entiende a esto, se podrá entender el estereotipo de dirigente que el PRI tendrá para el próximo periodo y de frente al siguiente proceso electoral.

Resulta difícil ignorar los motivos por los que cualquiera de estos aspirantes buscan la dirigencia de ese partido. Sobre todo porque el jugo del negocio radica en la venta de candidaturas, como en las mejores subastas, sobran compradores. Pero se entregan a la puja más cuantiosa.

Quizá por ello los principios de unidad, de legalidad, transparencia y sobre todo “democráticos” dejaron de ser parte del decálogo priísta heredado por los fundadores de ese organismo político.