Sin duda alguna, los miembros de la clase –de nombre únicamente- política se encuentran a todo lo que dan sus recursos, tiempos, aspiraciones y más, en pos de que su partido político los convoque, en primera instancia, y posteriormente les nombres candidatos a la presidencia de la República, para ocupar el lugar que todos los mexicanos anhelamos cambiar.
Cada partido ha hecho sus movimientos de toda índole: vino ya gente del PAN, PRI, Morena, PRD y seguramente, algunos de esos que gustan de recoger migajas y que se les conoce como “partidos chiquitos”, o “limosneritos políticos” también vendrán y nos dirán que ellos son la única opción.
Porque vaya que gritan a los cuatro vientos este postulado, descalificando inclusive a los de su propio partido, como es el caso de la señora Zavala de Calderón, quien, lejos de buscar una derrota de los otros para ganar el PAN, se ha dedicado a denostar a muchos de sus correligionarios, ostentándose como la salvadora de un país en ruinas y en llamas, en angustia y viviendo en el terror cotidiano.
Pues esta corriente ya tuvo en Victoria a Margarita con un resultado muy gris, de acuerdo a sus aspiraciones; también vino el poblano Moreno Valle, presentando un libro que, expertos aseguran que no es de su autoría, en primera, porque no tiene la capacidad de hilar cuatro párrafos con coherencia y sensatez, y en segundo lugar, porque aseguran que fue un encargo a alguien que lo escribió para que Moreno solamente lo firmara.
Además, viene haciendo una gira millonaria en todos sentidos, que, aseguran algunos, está pagándose con recursos que alguna vez fueron de los poblanos y hoy engrosan una cuenta personal del ex mandatario, como ha sucedido con otros aspirantes y ex gobernadores, que viven de acuerdo a lo que extirparon del erario.
Y esta semana vino Ricardo Anaya, presidente actual del Partido Acción Nacional, y a quien se le observan más tamaños para dirigir el país, y se le refleja una gran calidad humana y honestidad difícil de encontrar en un político.
Anaya ha declarado de todo y para todos, y no ha escondido nada de lo que tiene o gasta, y ha defendido su postura con argumentos lógicos, creíbles, por lo que una gran mayoría considera que el güero será un excelente presidente.
Sin embargo, de llegar a Los Pinos, tendrá la difícil tarea de volver creíble a la política, encerrando a tanto bribón que anda suelto en todo el poaís, y decomisando lo que se robaron: regresando a los estados lo que se llevaron, y tratando de hacer las cosas de forma tal que no haya esos pretextos como los que nos tiene acostumbrados le justicia que, por un mal expediente o procedimiento, salen los bribones libres, y con todo lo que se llevaron.
Esa es la tarea de Ricardo Anaya, y la fe que tienen millones de mexicanos en él.
Ya los “expertos” critican a alguien que ha estado pronunciándose por Anaya u otro precandidato; hay que aclarar que todos los mexicanos votaremos y tenemos un candidato, de cualquier color, pero lo tenemos, y no nos hace ni mejores ni peores simpatizar con tal o cual figura.
Los ignorantes nos dicen idiotas, pen… y muchas cosas más cuando no comulgamos con sus ideas.
Cerrados de criterio que nos lanzamos con quien se toma una foto con un candidato determinado.
Nada que ver, porque eso no nos hace fans de esta persona, y tampoco nos hace ni más ni menos valiosos, solo que vemos las posibilidades desde otra óptica.
No por considerar que Ricardo Anaya es la persona que México necesita, y a quien se le tiene confianza, podemos permitir que nos acusen de panistas, de “Anayistas” o cualquier otra forma ofensiva.
Somos mexicanos y participaremos por quien deseamos o pensamos que es la opción. Punto.
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