El cambio gradual en la temperatura nos lleva a pensar en una serie de medidas que debemos tomar, sin duda alguna, para mejorar nuestra forma de vida y pensando un poco más en lo que se avecina.
Es preocupante, y mucho, ver por ejemplo la red aquella con cientos de tortugas muertas, o los problemas del Sureste con el zargazo y muchos fenómenos naturales que nos están afectando y seriamente.
Una información de este día comentaba sobre una playa en los Estados Unidos y que no podría ser visitada por el hedor provocado por la muerte de miles de peces que estaban en la playa: hay que imaginar lo que huele el pescado muerto, y por miles, y tendido a la intemperie, para poder querer estar en cualquier parte, menos ahí.
Y todos esos factores que nos llevan a padecer una canícula como la que acabamos de vivir, con temperaturas realmente asfixiantes y problemas de salud propiciados por ello.
Nos estamos acabando el planeta a pasos agigantados. Las islas de plástico en los océanos son impresionantes, y ver especies con popotes o bolsas atravesadas en su cuerpo, pasear por la red y visualizar el tremendo daño que hemos hecho nos debe mover a cuidar lo poco que nos queda.
En el caso de Victoria, nuestro eterno problema que significa no tener agua potable, por negligencia de la autoridad (in) competente, por lo viejo de las tuberías, y por el desperdicio propiciado por dos factores fundamentales: fugas al por mayor, y por otra parte, el irresponsable desperdicio que vemos en gente que no tiene idea de lo que se debe hacer parra que todos tengamos el vital líquido.
Insistimos en el agua, porque lo seguimos padeciendo.
Ya terminó el tiempo de canícula y gradualmente baja la temperatura. En el caso del agua tenemos que pensar seriamente en su uso y la forma en que debemos cuidarla; nuestros hijos deben tener una formación adecuada en ese aspecto y ayudarnos a no desperdiciar tanto líquido a la hora del baño, o asumir tareas que no impliquen uso desmedido de agua. Es hora de entender que el problema es real, y que por mucha cisterna que podamos tener, el agua es de todo el mundo y todo el mundo tiene derecho a ella. No podemos quitar ese derecho a nadie ni a anda.
En los gimnasios donde hay regaderas la gente se mete a ducharse y dejan abierto el grifo del agua mientras se enjabonan, o piensan que es buena puntada quedarse recibiendo un enorme y fuerte chorro de agua tibia durante varios minutos.
No piensan que a otros les falta porque unos la gastamos mal.
Y aquí es donde tenemos que aprender a utilizar el agua, a cerrar la llave mientras enjabonamos trastes o el cuerpo mismo, mientras estamos en otras actividades. No tenemos derecho a tirarla de una forma como se hace hoy en día y que os tiene sumidos en esta crisis tan especial.
Todos los días hacemos votos porque haya lluvias que nos permitan recuperar los mantos acuíferos de la región y porque podamos disponer del agua necesaria, aunque pedimos que se haga el ahorro y racionamiento necesarios, a manera de que no tengamos esas etapas tan prolongadas de escasez.
Todo va en un solo aspecto: la falta de cuidado al planeta.
Y mucho podríamos hacer si comenzamos a informarnos sobre las medidas para cuidarle y tratar de recuperar un poco de lo que fue, incluyendo algunas especies que han desparecido prácticamente, gracias a la falta de condiciones que propicia la inestabilidad ecológica.
Tiempo es de hacer un papel protagónico y evitar desperdicios del líquido, y no culpar a la autoridad por ello. Cierto, tienen una gran responsabilidad, pero cuando hay y la desperdiciamos, nos convertimos en cómplices de aquellos que no tienen idea de qué hacer cuando de la llave sale mucha agua.
Si todos ayudamos, todos saldremos beneficiados.
Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com