Si ha habido una etiqueta pública de la izquierda mexicana, con la honrosa excepción de don Gilberto Rincón Gallardo, ya desaparecido, ha sido la estridencia.
Históricamente, esa corriente ha ganado espacios en la política nacional a gritos y sombrerazos, a falta de argumentos y razonamientos que con seguridad existían como hoy, pero que eran olvidados en aras del exhibicionismo que preferían esos palurdos.
Para infortunio de Morena, actualmente el ícono nacional de esa ala ideológica, aún sobreviven en ella varios exponentes con ese perfil. Residuos del pasado priísta como Porfirio Muñoz Ledo, que desesperado hace algunos años por no poder vencer en la tribuna a Manuel Cavazos Lerma cuando ambos eran diputados federales, lo llamaba a manera de desahogo “enano del tapanco” y “hormiga atómica”.
Prevalecen también los émulos de Fernández Noroña, que iguales a éste sólo aciertan a lanzar insultos y estupideces porque el magín no les alcanza para armar un rompecabezas infantil de 20 piezas. Y son muchos.
Por eso, me agrada que sea Tamaulipas la cuna de algunos de los integrantes de la nueva hornada morenista, quienes demuestran que se puede avanzar y sobre todo ganar respeto, con la mesura como herramienta y el diálogo como camino.
En particular me refiero a dos de ellos.
El primero, el Coordinador General en Tamaulipas del próximo gobierno federal, José Ramón Gómez Leal, quien ha dejado con las piedras en las manos a quienes ya se preparaban para lapidarlo y usarlo como negro de la feria, por lo que esperaban fuera una cauda de dislates en lo que dijera e hiciera “JR”, ante su juventud y todavía corta experiencia como servidor público.
Decepción para ellos. El reynosense se ha conducido con una prudencia que pocos esperaban y en forma paradójica, ha brillado más por su silencio oportuno que por los excesos verbales de otros “experimentados” políticos.
El otro caso es el senador Américo Villarreal Anaya, quien ha conservado su perfil discreto en los límites de sus obligaciones como legislador y sin ruidos sigue ubicado entre las personas de mayor confianza de Andrés Manuel López Obrador en esta patria chica. Crecerá así, sin duda.
Queda clara la vigencia de dos sabias frases, una de ellas con aspiraciones de intelectual: Nunca desperdicies la oportunidad de quedarte callado.
La otra es más popular pero mucho más entendible:
Calladito, te ves más bonito…
¿MAESTROS O “MAISTROS”?
Me llamó la atención un documento expuesto en las redes sociales por el ahora diputado federal procedente de MORENA –vivir para ver– Irán Santiago Manuel, integrante de la nefasta Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, mejor conocida como CNTE.
En su mensaje, mal redactado a pesar de ser un profesor, arremete contra el Sistema Nacional de Evaluación a los maestros y pide a la Secretaría de Educación que cancele de inmediato los exámenes para medir su capacidad frente a grupo.
No es extraña la demanda, porque los peores mentores son los que la encabezan, sino el argumento que utiliza para la misma. Le transcribo una parte:
“La referida evaluación es punitiva, porque atenta contra los derechos laborales de los docentes, al cesarlo o retirarlo del grupo de clase. Además, en caso de que cualquier docente no se someta a evaluación, queda automáticamente cesado sin responsabilidad para la autoridad”.
Caray, ¿Entonces también es punitivo para los alumnos que les apliquen exámenes para aprobar alguna materia o un curso lectivo?
Tendría que ser así, porque si no aprueba no puede seguir al siguiente grado y si no presenta le dicen adiós en la matrícula. Es lo mismo que los profesores hacen con los estudiantes.
Ojo niñas, niños y jóvenes en general. Si le hacen caso al tal Irán, todos podrán argumentar que les están violando sus derechos escolares, porque reprobarlos es una medida punitiva.
Dios, lo que pueden hacer algunos para no trabajar o cobrar por fingir que lo hacen…
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