Cuando Manuel Cavazos Lerma gobernó la entidad, hizo trabajar a muchos en cuestiones de cursos de Maharishi y otros temas, enfocando sus esfuerzos e inversión estatal a la llamada CALIDAD TOTAL, que no es más que hacer las cosas como se deben, y debiera ser premisa fundamental en todas las actividades en las que nos desenvolvemos.
No somos partícipes de que se lleven a cabo eventos especiales en los que se promueva la calidad en todo, porque somos de la idea -formación previa- de que todo se debe hacer, como dictan algunos promotores de este concepto: “bien y a la primera”, es decir, que no hay pretextos para no desenvolverse adecuadamente.
Recordará el lector, y aún existen, aquellos mecánicos con los que acudíamos y teníamos que regresar porque el carro no quedaba bien, y había que dar otro ajuste, y así, vueltas y vueltas y se perdía un recurso fundamental para que una nación pueda desarrollarse bien.
H es donde se requiere de profesionalismo, calidad o si quiere, decimos RESPONSABILIDAD TOTAL, que no es más que hacer todo bien, a la primera, y no tolerar fallas, en un ambiente de exigencia que no tneemos en México y que se requiere urgentemente.
Hartos de ver a los gobiernos de todos niveles hacer las cosas al “ahí se va” y dejar proyectos a medias; clara muestra, el aeropuerto nuevo en la ciudad de México que no se cristalizó por la terquedad de un individuo aferrado a ser único, o el cúmulo de obras que se ha descubierto que no cuentan ni cumlpen con la calidad esperada, que ha sido sujetas de fraudes multimillonarios, en la nación y el estado, así como en el municipio.
No es posible que haya tantas instancias que revisan el cumplimiento de nuestros deberes profesionales, y en el caso de las instancias formadoras del recurso humano debemos ser mucho más exigentes: tal es el caso de las universidades que, tristemente, vemos en prensa que una de éstas incurrió en delitos que han sido denunciados, aunque no nos dicen quienes son, y otras que muestran irregularidades en la aplicación de presupuestos, pero lo más delicado, en los procesos de enseñanza-aprendizaje, haciendo que nuestros muchachos sean pusilánimes, seguidores de indicaciones sin ton ni son, acostumbrados a obedecer no a proponer.
Triste realidad en nuestras instituciones educativas, y estas actitudes hacen un enorme daño a la nación, porque estamos creando entes de los que hoy son muy cotizados por el partido en el poder: ávidos de todo y de nada, esperando dádivas y subsidios, bonos y prebendas en lugar de ponerse a trabajar.
Se le atribuye a Carlos Slim, magnate mexicano el dicho de que “no se necesita dar dinero a la gente: para salir adelante hay que trabajar”, aduciendo que dando becas a “ninis” ancianos, madres con hijos y todo lo demás no se resolverá un problema de actitud.
En nuestras universidades debe haber un cambio real, sustancial, auténtico, y propiciar que la comunidad participe de sus decisiones., estamos amarrados a decisiones que se toman en escritorios sin ton ni son, sin conocimiento de los campus y sus integrantes, y eso daña mucho la educación.
Necesitamos cambiar, sin duda alguna.
Cierto: debemos seguir indicaciones y órdenes, pero éstas deben tener fundamentación lógica y no nada más porque “dijeron de arriba” debemos seguirlas.
Urge, pero realmente urge un cambio de mentalidad: que nuestros jóvenes piensen y razonen las cosas y dejen de seguirnos como borreguitos fieles, tal y como sucede con muchos millones de mexicanos hoy en día.
Pensemos, utilicemos el pensamiento y no nos dejemos llevar por ese canto que no explica y solo ordena.
Y debemos comenzar por quienes se han preocupado por prepararse ejor, en nuestras universidades.

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com