Búscame cuando creas que no tienes nada que pensar y todo se te olvida, cuando las horas y los días te parezcan ser iguales; búscame cuando tu mirada parezca estar perdida y encuentres en un espacio tan aislado de tu vida, la pregunta que dejaste pendiente de contestar, porque sentías que a ti no te correspondía responder.

Búscame en la inmensidad del basto cielo, en la isla desconocida del mar de tus grandes ilusiones, búscame en la arena del desierto de tus decepciones, búscame en lo inimaginable, allá donde nada parece ser real, en donde suele perderse la esperanza de avanzar, para encontrarte con la verdad que tanto anhelas y te ha hecho hacer tantas pausas al dudar.

Búscame en donde nadie piensa que me encuentre, búscame cuando estés triste o cuando la vida te sonría, cuando camines de frente ante la adversidad en una noche fría, cuando sientas que las fuerzas te van a abandonar.

Búscame en la oscuridad de tus miedos más intensos, donde pareciera que la luz ha muerto y ya no te puedes levantar, búscame cuando sientas lo que nunca habías sentido, cuando no percibas que tu cuerpo requiera del aire para respirar, cuando tus deseos se conjunten en la divinidad de la unidad de formar conmigo un solo cuerpo.

Búscame si aún sientes que mi espíritu no acude a tu llamado tan frecuente, cuando pienses que de tanto buscar tal vez no existo, porque en esta búsqueda incesante yo te digo, que esa verdad, que ese camino, que esa vida, siempre está contigo.

Yo soy el Hijo del Hombre, y te he creado a mi imagen y semejanza, ten pues, la confianza de que el amor que te prodigo te acompañara siempre, por toda la eternidad.

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