Vaya paradoja.

Quisieron demostrar que no hay “mano negra” y en mi opinión lograron precisamente lo contrario: Lo confirmaron.

Me refiero al entorno del proceso interno que puso en marcha el Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas, para definir a su nuevo líder y a quienes lo acompañarán en esa tarea en los próximos años.

Por separado, pero en forma prácticamente simultánea, personajes del tricolor se subieron al escenario para desmentir que exista “línea” en tal sucesión. Lo hicieron así Alejandro Etienne Llano, Rafael González Benavides –diputados locales ambos– y el titular de la CNOP en Victoria, Alejandro Vázquez.

Actuaron para decirlo en forma coloquial, “en paquete” y demostraron sobre el terreno que la misma “mano negra” que niegan parece ser la misma que los instruyó para desmentirla. Hasta los viejos lobos de mar a veces pierden la brújula y se extravían, es evidente.

No sé si realmente se dará un “dedazo” en el PRI, pero de que alguien intenta impulsarlo, no hay la menor duda…

Y EN POLVO TE CONVERTIRÁS…

Y sobre el mismo tema, la sucesión tricolor, valdría la pena una reflexión de sus militantes y notables sobre el destino a corto plazo de ese partido en Tamaulipas.

Cuidado con los manoseos en el relevo de su pastor estatal. Si se siguen cometiendo excesos en el caso del delfín de Egidio Torre, como la compra de consejeros a través de dinero en efectivo, contratos de obras y otras lindezas semejantes, podrían provocar una ruptura en la estructura priísta.

Imagínese a Oscar Luebbert abandonando el proceso en protesta por el desaseo mencionado. Una decisión así reventaría al PRI.

No es una ligereza decirlo. Es tan sólido el bloque que acompaña al reynosense que la fractura en el ex invencible sería destino manifiesto. Lo pulverizaría.

Y bueno, si así fuera, sé quienes, fuera del PRI, aplaudirían a rabiar…

EL NUEVO LOBO

Es una historia parecida al cuentecillo del pastor y el lobo.

Tanto engañó el primero a los aldeanos sobre falsos ataques de la fiera, que cuando realmente ésta se presentó nadie le creyó y el animalejo acabó por engullirse al buena parte del rebaño.

La semejanza a la que aludo se refiere a las constantes alertas del gobierno de Estados Unidos para no viajar a México, incluido Tamaulipas.

Suman decenas esos llamados en por lo menos quince años hacia atrás. Al principio les creyeron y las autoridades y ciudadanos entramos en pánico, pero a medida que ha pasado el tiempo los mexicanos mandaron al cuerno esos avisos.

¿Entonces no hay de qué preocuparse?

En mi opinión, no había.

Hoy, en la era del desquiciado Donald Trump, a quien pueblo, congresistas y senadores estadounidenses le profesan una insana lealtad aunque en privado lo consideren un demente, la historia del pastor cobra vigencia.

Como los inexistentes ataques del lobo, los presidentes norteamericanos antes de Trump usaron esos anuncios como herramienta para mostrarles a sus conciudadanos que sí se preocupaban por ellos. En los hechos todo seguía igual.

Ahora, la locura de un magnate puede escribir otra historia. Ojalá que no se aparezca en verdad el lobo y se atiborre de mexicanos, porque sólo podríamos decir una frase a manera de consuelo:

Nos devoró, pero se va a indigestar…

Twitter: @LABERINTOS_HOY