“Porque no es árbol bueno el que da malos frutos; ni árbol malo el que da buenos frutos. Pues cada árbol por su fruto se conoce. Que no se cogen higos de los espinos, ni de las zarzas racimos de uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas; así como el mal hombre las sacas malas del mal tesoro de su corazón. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (LC.6:43-45)

¿Cuánto tiempo se requiere para saber que un hombre es bueno? Me preguntaba una joven mujer que formaba parte de nuestro equipo de trabajo, durante un evento sobre el desarrollo integral de la familia; a su pregunta respondí, recordando una cita bíblica donde Jesús explicaba que: “Nadie es bueno, sino sólo Dios (MC: 10-18).

No hay hombre ni mujer perfectos, todos tenemos virtudes y defectos, de ahí que, habrá ocasiones en que nuestra conducta y nuestras acciones, en un momento dado, podrían afectar a nuestro prójimo. Sin duda, que cuando se idealiza a una persona por estar enamorados, podría ser que únicamente se conciban sus virtudes, y sea estimado como un ser bueno y perfecto, concepción que con el tiempo podría cambiar, sobre todo, cuando empieza a acumularse lo que nos disgusta, por lo general, por no coincidir con nuestros intereses o nuestra forma de ser.

Cuando nos sentimos ofendidos, en ocasiones, solemos responder demasiado rápido, podría decirse, que damos una respuesta instintiva, de ahí que, sin desearlo, decimos cosas que nuestro corazón no desea y herimos a la persona amada, por ello, en los momentos de ofuscación, debemos de darnos un tiempo para valorar nuestras respuestas ante situaciones que generan inconformidad.

La palabra clave, cuando se aproxima una tormenta de insultos, se llama paciencia, este valor, de ninguna manera se traduce como una actitud de plena aceptación de una acusación injusta, primero debemos escuchar a la persona que nos expresa un reproche, para conocer los motivos que generaron su mal estar, y después, con toda serenidad, exponer nuestro punto de vista en la situación conflictiva.

Nunca debemos darle más peso a las emociones negativas, que al amor, el amor debe de estar siempre por sobre todas las cosas; dejemos que primero hable el corazón, sin duda, que cuando realmente amamos, sentiremos primero el dolor y eso nos impedirá herir a nuestro prójimo.

Señor, tú nunca te equivocas, si me pusiste en el camino correcto, me toca a mí velar porque mis pasos sean seguros y que esa seguridad sea sentida también por todos nuestros seres amados, para que vean en mí, no a una persona buena, sino bondadosa, no a una persona perfecta, sino perfectible

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