Cada tres de marzo se lleva a cabo una ceremonia del recuerdo a uno de los movimientos más importantes de la vida académica tamaulipeca: la autonomía universitaria.

Y se recuerda aquella marcha y a quienes la encabezaron; Flavio Rocha Lerma y Enrique García Guevara; antes, se marchaba hasta el panteón y se remembraban estos momentos con discursos y ofrendas y más. Hoy, los universitarios recordamos a los principales protagonistas de la autonomía universitaria, sin embargo, tenemos cosas mucho más importantes de las que nos tenemos que ocupar: que la autonomía sea de los universitarios, y no se convierta, como ha sucedido en otros lares, en un pretexto para actuar impunemente, sin permisos ni límites, escudados en una supuesta autonomía que tiene más de libertinaje que de otra cosa.

Vamos: la cantidad más importante de recursos que recibe la Universidad Autónoma de Tamaulipas proviene del gobierno, es decir, de nosotros vía impuestos, por consiguiente, tendrá la UAT que rendirnos cuentas y al gobierno decirle en qué se gastó el recurso que le autorizó a gastar: investigación, docencia, vinculación, promoción u otra cosa, pero tiene que ser muy clara la UAT para rendir cuentas.

Es entonces cuando podemos sentirnos autónomos e independientes: cuando aprendamos que lo que nos dan se justifica con creces y se gasta adecuadamente.

Y tener la autonomía suficiente para hacer bien las cosas, y no propiciar un libertinaje que no justifica una actitud universitaria. Tristemente, vemos la manera en que algunas universidades quieren manejar el término, y piensan que s hacer lo que se quiere sin respeto a la ley, y no es por ahí, porque la autonomía debe dar para crecer, no para delinquir.

Y en ese sentido, en Tamaulipas se han dicho muchas cosas que distan mucho de la realidad dentro de la UAT, pero lo importante no es lo que dicen los enfermos de chisme que a través de las redes sociales y el cobarde anonimato alimentan rumores, sino lo que piense la comunidad universitaria, la que piensa, la que actúa y la que tiene desarrollos científicos significativos y reconocidos en diversas partes del mundo.

Para eso es la autonomía.

Y en ese sentido, en el marco de la conmemoración de una fecha importante, el rector José Andrés Suárez Fernández sigue preparando lo que será su proyecto, al menos, para los cuatro años siguientes, y conformando un equipo de trabajo que, seguramente, tendrá por norma hacer más congruente y eficiente la labor de la UAT hacia la sociedad y la ciencia, y para ello, habrá necesidad de establecer cambios no de estructura sino de personas, ya que, en toda estructura se cuela gente sin mucho compromiso, sin quehacer o sin moral suficiente que trata de echar a perder el trabajo de los demás.

Hay áreas que requieren cambios inmediatos, y otras que solo requieren ajustes y establecimiento de políticas necesarias para seguir funcionando, pero ya es tiempo de que se consolide el equipo de trabajo de Suárez Fernández, y de que la UAT tome el vuelo necesario y que sus elementos de investigación y docencia le den ese punto social que requiere, para ser reconocida como lo que pretendemos ver todos los días: una universidad de calidad y eficiencia.

Y como diría Pepe Suárez: los que no quieran ponerse la camiseta de entrenamiento fuerte e intenso, los que no gusten de actuar honestamente y en beneficio de los demás, no tendrían cabida en la estructura universitaria, por lo que se les invita a que hagan uso de su raciocinio y se jubilen, se vayan o dejen, simplemente, el camino a quien pretende dejar huella en una Universidad que crece y se consolida gracias al empeño y trabajo de cada uno de los que en su totalidad se llaman entre sí Comunidad Universitaria, y son los artífices de esta institución.

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