Los competidos en la carrera presidencial se han caracterizado hasta ahora con un tono de expresiones calificadas como de odio, donde sin mencionar a uno de los tres que participan en la contienda, por la características presentan, se refiere al candidato de Morena. Que lejos de caer de las encuestas de diferentes medios, sigue siendo el puntero de la competencia.
Lo que no quiere decir que por ello sea mejor que el candidato del partido albiazul o que el del tricolor. Pudiera resultar que el morenista tenga la simpatía de los ciudadanos y en ese marco de posibilidades quienes ejercen el voto podrían cambiar a favor de otros de los competidores el día de la elección.
Sin embargo, aunque “el discurso se odio” ciertamente podría haber llegado por los posicionamientos del prospecto de Morena, los demás también hicieron lo propio desde sus propias perspectivas y en ese orden lejos de que haya una contienda tersa, más bien se percibe tensa desde su origen y, así como se perciben los ánimos, lo más probable es que los tres se mantengan cada cual en su verdad.
Lo cierto es que las propuestas de campaña de los tres son similares y se complementan entre sí, ya que ninguna de ellas contienen los mejores ejes ni la temática es concluyente, para argumentar que uno porque va de puntero, otro porque va en media tabla y uno más en el sótano, habría motivos para descalificarlo.
Sus discursos están cargados de descalificaciones, al grado que opacan las alternativas que le podrían dar rumbo al país y avance en los rieles correctos que conduzcan a sus ciudadanos a un nivel de vida óptima.
Pero además los aspirantes se engarzan en sus vidas intimas y no en la vida de la empresas, del sector percuario, de los trabajadores, los estudiantes y es así como dejan de ocuparse de los desafíos del país para el siglo 21.
Hablan como si la economía pudiera ser boyante por el hecho de que alguno de los contendientes ganara la elección el 1 de Julio, o hubiera en México autonomía alimentaria, con si la moneda nacional estuviera firme en los mercados financieros.
En ese sentido, ninguno de los tres da certeza a los potencialmente votantes que a estas alturas no han madurado la entrega de sus voto a los que compiten.
Lo realmente preocupante es, que el tercero en discordia que se mantiene en el liderato de las encuestas públicas y privadas, podría ser nocivo para los sectores que generan empleo e inversión, para que la mayoría de los ciudadanos pueda encontrar un empleo y pueda transitar hacia un puerto seguro.
Lo cierto es que aún es muy temprano para darle el triunfo a alguno de los aspirantes presidenciales, ya que como dice el dicho ranchero, “el triunfo ni siquiera está colgado de la cerca”, aun cuando las encuestas -la mayoría pagadas- responden a los intereses de quienes las ordenan.