Muchos de nosotros nos desanimamos cuando escuchamos o leemos noticias a diario y vemos los niveles de corrupción que se manejan en todos sentidos, en todos los niveles, y la apatía de quienes son autoridad para actuar.
Nadie tiene el valor de decirle a un titular del ejecutivo federal, estatal o municipal que es un bribón, que se le puede demandar, porque cuando llegan las demandas nunca se les de cauce adecuado.
Dicen que lo millonario y lo tonto -con otra palabra- no se puede ocultar, y los ciudadanos todos los días vemos la forma denigrante en que se enriquecen quienes ostentan el poder, que no son gobernantes.
Clara muestra, la vimos en el informe del alcalde de Victoria que logró reunir a unas mil personas para que aplaudieran sus declaraciones nada apegadas a la realidad que todos vivimos.
Los victorenses sabemos que no tenemos calles en buen estado: vamos por cualquiera artria y sentimos la impotencia de caer en baches perforaciones u hoyos que afectan nuestro patrimonio, y nadie parece darse cuenta de que la autoridad no ha cumplido en ese aspecto.
Vemos también el problema eterno del agua y la nueva promesa del alcalde bailarín de que en unos meses más habrá para todos.
Sabemos que no es cierto, y que las mentiras que nos ha dejado nos llevan a pensar que el apoyo que dice haber obtenido es una mentira.
Todos los días escuchamos las mentiras de una autoridad que nos quiere engañar, y un Congreso solapador que no hace nada porque haya legalidad. Argumentan independencia o no sabemos qué, pero si el Congreso no puede poner orden, ¿quién puede hacerlo?
Prácticamente, en Victoria, todos conocemos al presidente municipal desde hace muchos años, cuando se fue a estudiar medicina a la ciudad de México y cuando volvió, y conocemos a su familia, con la base de un honorable y querido profesor, pero todos sabemos que la forma actual de vida no corresponde, ni a el que funge como alcalde, ni a sus descendientes que han hecho todo lo posible por mostrar que el dinero es la prioridad, y que se tienen recursos para hacer y deshacer a su antojo, sin que haya una medida de control.
No es grato quejarse y ver que la autoridad no hace nada, se queda muda, porque insistimos, la forma de administrar la ciudad y de haber dejado al garete la programación de obras es de todos conocida, y no porque seamos expertos, sino porque vivimos en la capital que ha sido abandonada totalmente.
¿No nos queda más que guardar ese coraje para las próximas elecciones? Como que no es plan el estar pensando de esa manera, pero duele mucho pagar impuestos y ver que todo se concentra en el patrimonio y cuentas bancarias de una sola familia que hoy ostenta el poder.
Estamos cansados realmente de criticar a una autoridad ineficiente y no encontrar respuestas, ni de ellos, que fingen no escuchar, ni de los que debieran poner orden.
Nos preguntamos si podrán dormir a gusto los miembros de un Cabildo agachón que a todo dice que sí y no cuestiona y traiciona la confianza de quienes los llevaron a ese puesto y a comer calientito, es decir, a tener un sueldo que en su vida habían imaginado.
Sinceramente, Victoria no merece ser tratada así, y debe haber algún recurso legal para llamar a cuentas al alcalde, y hacer una auditoría enérgica y minuciosa, y ponerlo en su lugar, porque no se puede pensar en tener bajo resguardo a unos por presumir malos manejos y tener en pleno goce de sus libertades y libertinajes a quienes aún hoy en día ostentan el poder y presumen su relación con los de más arriba, como pretexto para hacer sus irregularidades. ¿Será adecuado hacer justicia? Preguntamos.

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