No cabe duda que la mejor forma de “invertir” nuestro tiempo es en nosotros mismos, de ahí la importancia de los períodos vaccionales y o que podamos y tengamos que hacer.

Algunos, aprovechamos para hacer “talacha” en asa: aquella puerta desvencijada que no habíamos tenido el tiempo -voluntad- necesario para atender, pintar el cuarto o alguna otra cosa. Otros, sin embargo, nos damos a la holganza bajo pretexto de que es un período bien merecido, merced a los meses, semanas y quincenas que hemos trabajado con un gran ahínco.

Cada quien es dueño de su tiempo y sabe lo que tiene qué hacer, pero no está en duda la necesidad de aprovechar para que nuestro organismo tenga lo que merece: un descanso activo.

Y en ese sentido, demos a la familia y a los seres queridos más alegados una oportunidad de convivir y reactivar el organismo. La inactividad mata poco a poco: nos sentimos agotados, sofocados, deprimidos y mucho más, amén de que no podemos levantar un para de zapatos del suelo sin sentir que nos falta aire, y no es más que la falta de costumbre en estas actividades elementales.

No decimos que tenga que ir al curso de verano como los tantos que se ofertan -que sería fabuloso- pero sí que hagamos algo de actividad física, que es muy necesaria para todos los individuos en la medida que nuestro organismo nos lo permita.

Habemos algunos que estamos demasiado “gastados” como para aguantar salir a caminar unas cuadras, más, con el intenso calor que no nos ha dado tregua, pero sí habemos otros que podemos caminar unos metros y aprovecharlos al máximo.

Decía Daniel Llanas, en una de sus pláticas a niños con diabetes: “el que no camina: camina”, refiriéndose a la importancia de la actividad física.

Como a nadie se le ha ocurrido hacer un curso de verano interactivo para padres de familia o adultos, y nos enfocamos en lo más sagrado de casa que son los hios, podría ser un buen proyecto de la autoridad sanitaria en forma coordinada con la autoridad de educación y recreación, para que se instrumente un proyecto para adultos. ¿Qué le parece la idea?

Insistimos en la idea, aunque sería mucho mejor poder llevarla a cabo en forma integral, con el riesgo que supone el estar con papá o mamá y que no queramos hacer lo que nos indican y haya actitudes de proteccionismo.

Pero los padres requerimos actividad, y por nosotros mismos es muy difícil lograrlo, para ser honestos.

Otra limitante es que Victoria, la capital del estado no tiene mucho qué visitar a donde acudir. Los niveles de inseguridad nos limitan y la falta de infraestructura: no tenemos esas grandes plazas comerciales cuyo objetivo principal es hacernos gastar, pero los paseos que pudiéramos disfrutar no están habilitados.

Aquí, la autoridad podría, con un poco, muy poco dinero, habilitar, por ejemplo, el paseo del río San marcos o los bulevares, para que, acondicionados de acuerdo a lo que tenemos y al clima que padecemos, pudieran ser una buena opción, que realmente nos urge.
No echemos e saco roto la recomendación, y al menos, vayamos a algún parque de los pocos que hay en Victoria: caminemos, hagamos un poco de estiramiento y actividad física, y créannos: se va a sentir mucho mejor que en este momento.

O bueno, pues, invite a un vecino o un miembro de la familia y salga a dar vueltas a la manzana. Se va a sentir mejor, y su médico encontrará la diferencia entre ser un tipo absolutamente sedentario y alguien que está haciendo el esfuerzo por salir a realizar la actividad física mínima necesaria, y si se puede, aun más, que buena falta nos hace.

Hagamos el ejercicio que se recomienda por autoridades sanitarias, pero sobre todo, para muestra salud personal, familiar e integral. No seamos flojos, en otras palabras, y echemos un kilo de entusiasmo a estas vacaciones, que nos dejará innumerables beneficios.

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