¿Que si lo recuerdo? ¡Claro! Cómo poder olvidar esas tardes de cálido verano, lo recuerdo más ahora, cuando el invierno gris quisiera apagar el fuego que reservé para paliar el frío que a todos algún día sin desear nos llega.
Las recuerdo como si fuera ayer, y si el ayer, por más tiempo que ya pasó, a mí en lo particular, me pareciera estar a la vuelta de la esquina, sí, en la misma cuadra del barrio alegre donde te conocí; por eso entonces, el calor que aún despiden nuestros cuerpos, y que guardaron, por el esfuerzo sutil del roce de las manos, en aquellos joviales días, que queriendo, sin poder querían, se buscaban para hablar de lo que tú y yo sentíamos.
En aquellas tardes de verano, cuando subía al lugar más alto, que despierto podía imaginar, para tener un virtual encuentro contigo y preguntarte, si lo que estaba yo sintiendo, era por ti bien correspondido, para saber si era calor o frío, o era miedo lo que me hacía temblar con tan anhelada cercanía.
Las recuerdo bien, porque en mi corazón estabas cerca, pero la distancia entre los dos, era la triste pesadilla que me acompañó por mucho tiempo, cuando lo más cerca que estaba de ti, era cuando tú leías las cartas que te enviaba.
Hoy, las tardes de invierno que paso junto a ti, siguen siendo tan cálidas como aquellas tardes de verano, ahora sé que en la distancia, ambos pasábamos horas alimentando el fuego de nuestra hoguera.
¿Qué si lo recuerdo? Por ello, a Dios, doy gracias, y por la maravillosa vida que he pasado junto a ti.
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Aquellas tardes de verano
¿Que si lo recuerdo? ¡Claro! Cómo poder olvidar esas tardes de cálido verano, lo recuerdo más ahora, cuando el invierno gris quisiera apagar el fuego que reservé para paliar el frío que a todos algún día sin desear nos llega