Describe al estado mental o afectivo desagradable (aprensión) que se vive ante crecimiento o decrecimiento de la población. Así lo señaló el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en 2022 al llegar a 8 mil millones de habitantes.
A mitad del siglo XX la población en el mundo crecía por descenso de la tasa de mortalidad y e incremento en esperanza de vida. Por ello se impulsaron campañas para reducir la tasa de fecundidad con foco en países de alta tasa de fecundidad en África, América Latina y Asia.
El informe ”8 mil millones de vidas”: señala características demográficas, expresión de geopolítica y nivel de pobreza o riqueza de los pueblos. La mitad del aumento de la población mundial para 2050 será en 8 países: Nigeria 5.2 hijos/mujer, Tanzania 4.7, Etiopía 4.2, Pakistán 3.5. Europa es la región en que habrá caída de población y dos tercios reside en países de baja fecundidad: Taiwán 1.02 hijos/mujer, Singapur 1.17, Italia 1.24, España 1.29, Bosnia y Herzegovina 1.3, Japón 1.39 hijos/mujer.
En América Latina se reguló el crecimiento demográfico con tasa cercana a 1%. México pasó a “la familia pequeña vive mejor”, que originó al Consejo Nacional de Población (Conapo) en 1974. Su proyección de población señalaba que de seguir la alta tasa de fecundidad (7hijos/mujer) llegaríamos a ser 150 millones en 2000, pero con campañas y servicios de planificación familiar podríamos ser 100 millones.
El despliegue de acciones de difusión, planificación familiar y educación sexual lo logró. Para 2000 el censo registró 97 millones de personas, política acompañada del incremento del acceso de la mujer a mayor escolaridad y trabajo remunerado, movilidad social y ejercicio de sus derechos reproductivos.
En el siglo XXI México presenta otro panorama. Hay freno de la fecundidad con tasa de 1.9 hijos por mujer y descenso de 50% en la tasa de embarazo de adolescentes, aunque es alta, 60 nacimientos/mil adolescentes. El crecimiento de la población es lento (0.88 anual) y alcanzaremos el máximo volumen en 2053, con 147 millones.
Para que las nuevas generaciones quieran tener hijos es necesario cambiar condiciones laborales; flexibilizar los horarios con igualdad salarial para mujeres y hombres, servicios domésticos y de cuidados accesibles, generalizar la educación inicial y básica de tiempo completo, ampliar el acceso a la media superior y superior, educación integral de la sexualidad en todos los niveles, medidas impopulares por amenazar intereses empresariales y por la gran inversión que requieren.
Desde este punto de vista, el gobierno federal golpeó estas políticas. ¿Será del interés de la siguiente administración, autollamada, el segundo piso de la 4T seguir las políticas de seguridad social su antecesor golpeó?