La Iglesia Católica es su Liturgia sigue celebrando la fiesta de la Navidad. Celebración anual que es una invitación a contemplar, reflexionar y valorar que el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios es la máxima expresión del amor de Dios por toda la humanidad.
Este domingo celebra la Solemnidad de la Epifanía del Señor, conocida como la fiesta de los “Reyes Magos”. La palabra “Epifanía” significa “Manifestación”, es decir, se celebra la “Manifestación” de Jesucristo como Salvador de toda la humanidad.
El texto del Evangelio que se presenta este domingo, Mt 2, 1 -12, precisa que Jesús se manifiesta a unos magos, es decir, de acuerdo a la mentalidad antigua, a unas personas que estaban relacionados con la astrología; eran por tanto personas extrañas, incluso desde la perspectiva judías, personas malas. Por otro lado, el Evangelio afirma que “procedían de Oriente”; esta indicación refiere un lugar tan impreciso que bien podría significar que aquellas personas, además de extrañas, procedían de tierras lejanas, y por tanto, bien podrían ser consideradas impuras y despreciables.
El evangelista san Mateo comparte la convicción de que el nacimiento de Jesús hermana a las personas, por más diferentes que éstas sean entre sí, y las acerca mutuamente, por más lejana que sea su procedencia. Se puede decir que Jesucristo cuestiona seriamente los prejuicios así como la falta de cercanía entre las personas.
Dije al principio que la Navidad es la celebración del nacimiento de Dios hecho por amor a toda la humanidad. En el marco de esta celebración ha iniciado un nuevo, en el cual se hacen muchos propósitos, es interesante que uno de esos propósitos sea acercarse a todas las personas aunque piensen diferente a nosotros y que se intente vivir el amor con todos, de manera particular con los integrantes de la familia, y ese amor, manifestado en armonía y paz va a ser que todos tengan un Año Nuevo lleno de felicidad y prosperidad.
Se puede orar con las palabras de la oración de la misa: “Señor Dios, que en este día manifestaste a tu Unigénito a la naciones, guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria”.
Que el buen Padre Dios les acompañe durante todo este año, llenándolos de su amor.